Compras navideñas que explican el mundo
En estos días las compras de grandes empresas son impulsadas por el deseo de aprovechar nuestro apetito por estar siempre “conectados” y por la manera como consumimos entretenimiento e información
En estos días, algunas de las más grandes corporaciones del planeta han salido de compras. No las anima el espíritu navideño sino el objetivo de prepararse para aprovechar ciertas tendencias que están cambiando el mundo. Más aun, están dispuestas a pagar por otras empresas los precios más altos de la historia.
Pero ¿a qué le apuestan? Una de las transacciones en curso apuesta a que nuestro apetito por estar “conectados” es creciente e insaciable. Otra, a que la manera como consumimos entretenimiento e información esta cambiando drástica e irreversiblemente.
¿Usted había oído hablar de Broadcom? No; yo tampoco. Entre los centenares de productos que vende está el muy celebrado 16nm Nx56G PAM-4 PHY que, como se sabe, se usa para la infraestructura de redes de Internet (o algo así…). La empresa define su negocio como la venta de “las tecnologías que conectan al mundo”. Si usted usa un teléfono móvil o Internet es muy probable que sus aparatos contengan productos de Broadcom. Esta empresa quiere comprar a Qualcomm, otro gigantesco fabricante de semiconductores y productos para telefonía móvil, telecomunicaciones, e Internet. Ha ofrecido pagar más de 103.000 millones de dólares en lo que sería el mayor precio pagado por una empresa de tecnología en la historia. Qualcomm se está resistiendo ferozmente pero, de darse la adquisición, casi todos los teléfonos inteligentes del mundo tendrían un producto o tecnología de la empresa resultante, cuyas ventas superarían los 200.000 millones de dólares al año (para ponerlo en perspectiva: ese monto equivale a las exportaciones anuales de Arabia Saudí).
Estos cambios tecnológicos también han alterado la manera como nos divertimos e informamos
Este voraz apetito por empresas cuyos ingresos dependen de tecnologías que facilitan la “conectividad” y “movilidad” de la gente se debe a que la demanda de sus productos crece a una velocidad vertiginosa, y todo indica que seguirá creciendo aceleradamente. No solo porque aumenta la población del mundo, sino también porque crece mucho el número de usuarios de Internet y de los productos que la Red hace posible. También se espera una explosión en el “Internet de las cosas” ( I de C), es decir, de la conexión entre diferentes aparatos que se coordinan entre sí. Por ejemplo: su teléfono móvil lo despierta en la mañana, prende la cafetera, consulta en su agenda las citas que usted tiene ese día y comunica al navegador de su coche los lugares a donde se va a dirigir para que este le tenga listas las rutas más convenientes. Las aplicaciones industriales del I de C son aún mayores.
No sabemos si Broadcom logrará comprar a Qualcomm. Pero, ciertamente, su intención devela interesantes características del futuro.
Estos cambios tecnológicos también han alterado la manera como nos divertimos e informamos. La televisión “por cita” ya es cosa del pasado. La necesidad de que para ver su programa favorito usted se debe “citar “ con su TV el día y a la hora decididos por la estación que lo emite, comenzó a desaparecer con el auge de los videograbadores. Y ahora, gracias a la tecnología de streaming vía internet, proliferan empresas, como Netflix, que basan su negocio en que el usuario sea quien decida cuando y donde va a ver el programa que le interesa.
La televisión, tal como la conocieron nuestros padres, muy pronto dejará de existir
En las industrias de la comunicación se venía dando un fuerte debate acerca de qué es más importante (y lucrativo): ¿controlar la producción del contenido o controlar los canales a través de los cuales ese contenido le llega al consumidor? Las empresas de comunicación más grandes del mundo han decidido que ese debate no es para ellas: van a controlar tanto el contenido como la distribución. Y tienen el dinero para hacerlo.
ATT, la más grande de las empresas de telecomunicaciones, (y por lo tanto de distribución de contenidos), está intentado comprar la icónica Time Warner, la tercera mayor empresa de entretenimiento (y de producción de contenidos). A su vez, la segunda más grande, The Walt Disney Company, está interesada en comprar parte importante de 21 Century Fox, propiedad del magnate Rupert Murdoch y su familia. Murdoch se quedaría, esencialmente, con Fox News, la super rentable y controvertida cadena de noticias. Esta transacción ha provocado muchas especulaciones. Una es que el hijo de Rupert Murdoch, James quien es el actual jefe de 21 Century Fox, reemplazaría a Bob Iger como ejecutivo principal de Disney. La otra es que Iger está considerando seriamente la posibilidad de ser el candidato a la presidencia de EE UU en las elecciones del 2020. Nada de todo lo anterior es definitivo y seguramente habrá sorpresas. Aunque las negociaciones con Disney van muy adelantadas, tanto Comcast como Verizon han manifestado su interés en comprar 21 Century Fox y podrían entrar en la competencia ofreciendo precios aún mayores a los 60.000 millones de dólares que pagaría Disney. Y aunque Disney sea el comprador, tampoco está asegurado que su directorio nombre a James Murdoch como ejecutivo (o si el coqueteo de Iger con la política se concretará). Quizás la mayor incertidumbre es si las autoridades antimonopolio autorizarán la enorme concentración empresarial que conllevan estas gigantescas adquisiciones, impulsadas, en su esencia, por el profundo cambio tecnológico que a su vez ha transformado radicalmente los hábitos del consumidor.
De lo que no hay duda es que, independientemente del resultado de estas negociaciones, la televisión, tal como la conocieron nuestros padres, muy pronto dejará de existir.
Twitter @moisesnaim
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