Jan Ingenhousz, el enamorado de la química que descubrió la fotosíntesis
El polifacético investigador contribuyó al bienestar humano con hallazgos en campos tan diversos como la medicina, los vegetales y la electricidad
Conocer en qué consiste el proceso de la fotosíntesis gracias a la luz es la primera clase magistral de ciencias que todos recibimos en su día en el colegio. Por desgracia, en la actualidad muchos de los pequeños alumnos lo tienen que conocer en inglés por esos modernos planes de estudio y, por lo tanto, no acaban de comprender ni su magia ni su importancia y mucho menos saben explicar en qué consiste la fotosíntesis vegetal: la transformación de sustancias inorgánicas en orgánicas en presencia de la luz, liberando oxígeno en el proceso.
Ese gran hallazgo se lo debemos a Jan Ingenhousz, un científico, pionero de la vacunación, médico, investigador, botánico, químico y fisiólogo británico aunque nacido en los Países Bajos, que supo rodearse de los mejores investigadores de la época, como Joseph Priestley y Benjamin Franklin, para seguir contribuyendo al desarrollo de la humanidad de su tiempo gracias a sus descubrimientos.
Jan Ingenhusz o Ingen-Husz, que es lo que tienen los nombres de los Países Bajos, nació en Breda el 8 de diciembre de 1730. Era hijo de un comerciante de cuero, pero en lugar de seguir la tradición mercantil de la familia se animó a estudiar medicina alentado por un prestigioso médico británico de la realeza, John Pringle. Jan Ingenhusz acudió a clases de medicina primero en su ciudad natal, pero después lo hizo en Leiden y, posteriormente, completó su formación en París y Edimburgo para regresar a Breda, donde ejerció la profesión como médico en una consulta privada.
Más tarde Jan Ingenhousz viajó a Inglaterra para trabajar en un hospital, y allí empezó a dar muestras de su gran capacidad y clarividencia como científico al poner en práctica medidas para evitar epidemias de viruela que consistían en inocular a los pacientes pequeñas cantidades del virus vivo y sin modificar. Confiado en el éxito de su procedimiento, en 1768 se trasladó a Viena para realizar esa inoculación a la familia real austriaca, y debido a su buen hacer pasó a ejercer como médico de la corte durante más de una década. Por este descubrimiento también se le considera un pionero de las vacunas.
Tras su estancia en Austria regresó a Londres, y allí el investigador Jan Ingenhousz se sintió atraído por la electricidad, la conducción del calor y la química, pero de manera especial por un elemento en concreto: el oxígeno. Éste había sido descubierto entre 1771 y 1772 por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele, aunque también se le atribuye al químico británico Joseph Priestley. Este error se explica porque, en realidad, Sceele lo aisló en 1771 y 1772 calentando distintas sustancias que lo liberaban con facilidad, como el óxido de mercurio. Scheele llamó al gas “aire del fuego” porque era la definición conocida para la combustión. Sin embargo, la publicación de su único libro, ‘Chemische Abhandlung von der Luft und der Feuer’ (Tratado químico del aire y del fuego), en el que describía el nuevo elemento, no fue publicado hasta 1777 pese a haber sido enviado a su editor en 1775.
Por su parte, el 1 de agosto de 1774 el clérigo británico Joseph Priestley realizó un experimento en el que enfocó la luz solar sobre óxido de mercurio en el interior de un tubo de cristal que liberó un gas que él llamó “aire desflogisticado”. Con sus experimentos, Priestley dio por hecho que el aire que había descubierto se trataba del responsable de la respiración de los humanos y de los animales, así como de la combustión.
Pasó un tiempo hasta que Priestley descubrió que aquel “aire” que había conseguido con el óxido de mercurio era mejor que el aire común para la respiración. Lo experimentó con ratones y también lo probó él mismo y comprobó que un ratón adulto sobrevivía 15 minutos en un recipiente sellado con aire en su interior pero que cuando colocaba a otro animal en el mismo recipiente lleno con el nuevo “aire” el ratón era capaz de resistir durante media hora.
De todo esto se aprovechó Jan Ingenhousz en su nuevo interés investigador por los vegatales, y de esta forma desarrolló una serie de procedimientos y realizó cientos de experimentos para poder medir la cantidad de oxígeno consumida y desprendida por las plantas en el proceso de respiración. El resultado fue que en 1779 demostró que las plantas eliminan dióxido de carbono (CO2) en la oscuridad. Además, también pudo comprobar que la cantidad de oxígeno desprendida durante el día era menor que la cantidad de CO2 desprendida durante la noche; y es que la fotosíntesis permite a la planta utilizar el CO2 para crecer.
Uno de sus experimentos más conocidos consistió en demostrar que cuando las plantas se sumergen en agua emiten pequeñas burbujas, y dedujo que la causa de este fenómeno estaba indirectamente relacionada con la luz solar. En otras pruebas demostró que las plantas, al igual que sucedía con los animales, viciaban el aire tanto en la luz como en la oscuridad. Jan Ingenhousz también concluyó que la fotosíntesis no podía ser llevada a cabo en cualquier parte de la planta, como en las raíces o en las flores, sino que únicamente se realizaba en las partes verdes de ésta.
Como médico que era, Jan Ingenhousz aplicó sus nuevos conocimientos al campo de la medicina y del bienestar humano, por lo que también recomendó sacar las plantas de las casas durante la noche para prevenir posibles intoxicaciones, algo que es de obligado cumplimiento en las habitaciones de las maternidades.
Varias publicaciones científicas dieron fe de sus hallazgos, entre ellas ‘Experiments upon vegetables’, ‘Discovering their great power of purifying the common air in sunshine’ e ‘Injuring it in the shade and at night’, porque sus trabajos contribuyeron a establecer los fundamentos necesarios para que se pudieran determinar con precisión todos los pasos del proceso de la fotosíntesis.
Pero como gran investigador que era no se conformó con sus descubrimientos vegetales, sino que también perfeccionó en 1766 un aparato para generar grandes cantidades de electricidad estática y realizó las primeras mediciones cuantitativas sobre la conducción o propagación del calor en los cuerpos metálicos en 1789.
Google rinde hoy homenaje a su talento e intuición para descubrir cómo respiran las plantas y le dedica el doodle al cumplirse el 287 aniversario de su nacimiento. En un simpático dibujo, una letra ‘o’ es el sol y la ‘l’ del nombre del buscador representa una planta con la explicación de la fotosíntesis.
Jan Ingenhousz falleció a los 68 años en Calne (Inglaterra), donde reposan sus restos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.