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Columna
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‘Coup de com’ sobre la inmigración

Sin una gran estrategia de inversiones económicas, nada puede parar los flujos migratorios africanos

Sami Naïr
Momentos previos a la foto de familia de la cumbre entre la Unión Europea y Africana en Costa de Marfil.
Momentos previos a la foto de familia de la cumbre entre la Unión Europea y Africana en Costa de Marfil.ISSOUF SANOGO (AFP)

Fórmula francesa, "coup de com" significa que, en lugar de resolver efectivamente un problema, se organiza un evento mediático para dar la impresión virtual de que se está solucionando. Las reuniones políticas de emergencia emprendidas por Europa y dirigentes de Estados africanos sobre la compleja cuestión de las migraciones del sur, se encadenan unas tras otras, desde décadas, a menudo después de tragedias en el mar, en los desiertos, o en las fronteras exteriores de la UE. Todo ha sido experimentado: barreras marítimas con naves militares, incluso de la OTAN, construcción de campos de internamiento en los desiertos, actuaciones en los países de tránsito, intentos de estabilizaciones en los países de origen: pero nada puede parar la llegada de poblaciones en harapos, mujeres, niños y hombres, a menudo víctimas de tratantes de seres humanos, forzadas a prostituirse, o a otra forma de esclavitud, incluso vendidas en los mercados del sur de Libia u otros lugares siniestros. Relatos de muertes, de miseria, de impotencia. Relatos de barbarie moderna.

Pues bien, se celebró, el martes pasado, a petición del presidente de Francia, Emmanuel Macron, una reunión de urgencia en Costa de Marfil, con Ángela Merkel, el primer ministro italiano, Mariano Rajoy y varios jefes de Estados africanos; el miércoles, otra reunión con el secretario general de la ONU, el presidente de la Comisión de Bruselas, y por supuesto, jefes de Estados africanos, invitados estos por ser, eufemísticamente dicho, "afectados".

Objetivo: tomar decisiones comunes ante la escandalosa situación de los refugiados-migrantes-esclavos (no se sabe ahora cómo definir semejante tragedia) en Libia. No se escucha, en cambio, su desgarrador lamento, sino tambores y trompetas. "Actuaremos" promete Macron; "por supuesto" recalca Merkel; Moussa Faki Mahamat, presidente de la Unión Africana, aplaude.

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Realmente, una movilización de tantos y grandes Estados debería servir para tomar una decisión histórica, ¿verdad?

El comunicado difundido al final del encuentro es emblemático: se trata de crear un grupo de trabajo para proteger a los inmigrantes atrapados en las redes esclavistas, acelerar el retorno a los países de origen de los peticionarios de asilo rechazados, poner en marcha "un plan de ayuda a la juventud africana" para que no venga a Europa.

De esta clase de comunicados entre Europa y el continente africano, se han escrito decenas en las últimas décadas. Por enésima vez, se evita actuar sobre las causas –subdesarrollo, corrupción de los Estados africanos y de varios servicios consulares europeos, políticas predadoras de las empresas multinacionales…–, es decir, entender que el desarrollo económico del continente africano debe ser un objetivo prioritario, no solo para limitar los flujos migratorios, sino también para la misma economía europea en el futuro. Antes bien, se prefiere implicar a los Estados africanos en políticas policiales para controlar los desplazamientos de inmigrantes. Y se pasa por alto aquello que, desde décadas, sabemos: sin una gran estrategia de inversiones económicas, nada puede parar los flujos migratorios africanos. Problema de fondo, que no se puede solucionar con "un coup de com".

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Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

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