Veinte personas nos revelan lo más fuerte que han visto en un avión
De un cadáver en primera clase a un perro con tarjeta de embarque: todo puede pasar en el único medio de transporte en el que el cliente paga para que le den órdenes
"En los aviones el tiempo pasa volando". Cuando Woody Allen realizó este juego de palabras no contaba con cadáveres en primera clase, pasajeros que se descalzan propagando un particular hedor por el aeroplano o aterrizajes forzosos en mitad del Atlántico, todos ellos inconvenientes con la virtuosa capacidad de ralentizar el tiempo de vuelo.
Subirse a un avión ha pasado de ser una acción reservada para algunos privilegiados a convertirse en un medio de transporte apto para todos los bolsillos. Esto se lo debemos a las compañías de bajo coste. Estas empresas, surgidas a finales de los años noventa, se han dedicado a reducir el tamaño de los asientos y el límite de peso permitido por equipaje, pero a cambio han democratizado algo tan poético como volar. Hoy coger vuelos está a la orden del día y las anécdotas de lo que ocurre en el aire se disparan.
Coquetear con miembros de la tripulación u otros pasajeros se ha convertido en un pasatiempo tan lícito como escuchar música, hablar con el compañero, ver películas o dormir. Pero dar con alguien entregado al arte del flirteo no es lo único que uno puede encontrar en pleno vuelo. Veinte personas confiesan a ICON los momentos más divertidos, extraños, emotivos o desagradables que han vivido en el aire.
¿De verdad no quieren bajarse del avión?
Visto en un vuelo Filadelfia-Madrid por Silvia, periodista de 28 años: "El vuelo más surrealista de mi vida fue uno nocturno que hice hace un par de años desde Filadelfia a Madrid. Para empezar, éramos menos de diez pasajeros los que íbamos en el avión, además de la tripulación. Nada más embarcar, una vez colocados en nuestros asientos, uno de los azafatos dijo por megafonía que si había algún pasajero que deseara abandonar el avión que por favor lo hiciera en ese momento, como si esto fuera una boda donde la gente tuviera algo que objetar o una escena de Destino finalen vez de un vuelo transatlántico. Una vez cerciorado de que nadie quería bajarse, el avión despegó y, como éramos cuatro gatos, los auxiliares de vuelo se cerraron la parte delantera del avión para echarse a dormir. Para más inri, llegamos a Madrid 45 minutos antes de lo previsto, sobre las cinco de la mañana, y todavía no habían entrado a trabajar los encargados de poner las rampas para salir del avión por lo que tuvimos que esperar una hora dentro estando ya en tierra".
Aterrizaje forzoso junto a una chica Almodóvar
Visto en un vuelo Madrid-México por Pablo, fotógrafo de 39 años: "Tuve un aterrizaje de emergencia yendo a México. En el avión viajaba también una famosa actriz que ha trabajado con Almodóvar (ella iba en business, nosotros no) y el avión tuvo un fallo eléctrico general y aterrizamos de emergencia en las Azores. Pasamos un malísimo rato. Gente con ataques de ansiedad, un desmayo… Pero al aterrizar acabamos de mejores amigos de la actriz porque nos tuvieron miles de horas en el aeropuerto y yo conocía a su representante, que nos repartió lexatines a todos".
La paparazzi que te hace fotos mientras duermes
Visto en un vuelo Barcelona-París por Gonzalo, escritor de 37 años: "Aunque era un vuelo corto, yo iba preparado con mi antifaz de dibujos animados (no, no dice mucho de mi madurez) dispuesto a echar una cabezada. Sin embargo, a la señora que llevaba al lado debió parecerle muy gracioso mi antifaz y empezó a hacerme fotos sin ningún tipo de discreción. Cuando me percaté de lo que estaba pasando le pedí de buenas maneras que borrara las fotos y que no me hiciera ninguna más. No me hizo ni caso y al final tuve que estar en guardia y sin antifaz el resto del vuelo para que la mujer respetara mis deseos de privacidad".
Una señora que duerme en hombro ajeno
Visto en un vuelo Madrid-Atenas por Jorge, enfermero de 34 años: "Cuando llevábamos cinco minutos en los asientos, el avión ni había despegado, la mujer que estaba sentada a mi lado, a la que yo no conocía de nada, decidió dormirse apoyando toda su cabeza en mi hombro y así se quedó hasta que aterrizamos en Atenas. En ese momento, la señora levantó su cara de mi cuerpo y sin dirigirme ni la palabra ni la mirada cogió sus cosas —una mochila y un antifaz que no le hizo falta usar— y salió por patas".
David Guetta pinchando en el avión
Visto en un vuelo París-Ibiza por Iñigo, periodista de 46 años: "Me tocó volar en 2009 entre París e Ibiza en un vuelo donde un DJ francés semidesconocido presentaría su nuevo disco. Era todo tan chapuza que cuando fueron a colocar los altavoces en una fila de asientos, en teoría libre, se encontraron con que había una pareja de franceses de unos 55 años sentados allí. Aunque el avión estaba en teoría reservado para prensa y fans, alguien había olvidado quitarlo de la web de la aerolínea y pasajeros normales habían comprado billetes. La crisis se solucionó más mal que bien y de repente apareció el protagonista, David Guetta, entonces un don nadie. Le habían plantado una mesa en el pasillo, y él se limitó a poner su disco, One love, y dar al play durante el vuelo. El ambiente era tan desangelado y absurdo que nadie de los que allí estaban hubiera apostado que canciones como Sexy bitch o When love takes over, que escuchamos allí por primera vez, convertirían a David Guetta en el DJ más famoso del mundo pocos meses después".
Un perro con asiento propio
Visto en un vuelo Roma-Madrid por Mario, empresario de 35 años: "Me llamó la atención que un vuelo Roma-Madrid, una pareja de ancianos llevaba un perro en la cabina. Incluso tenía asiento propio. La mujer iba sentada en el asiento A, el marido en el C y el perro, dentro de su transportín, en el B, justo en medio de los dos. En cuanto despegó el avión lo sacaron y le pusieron una especie de pañal para que no manchara. Estuvieron jugando con él, dándole agua y comida, durante todo el vuelo. Justo antes de despegar, se acercó un azafato y con cara descompuesta les preguntó qué hacían con un perro en la cabina. El señor respondió que era un 'porte emozionale' (o algo similar en italiano). Como si se lo hubiera prescrito algún médico. En el transportín llevaba pintado en letras grandes y blancas algo así como 'emozionale' o 'emozion".
Atrapado en el baño del avión
Visto en un vuelo Madrid-Buenos Aires por María, enfermera de 46 años: "En mitad de un vuelo a Buenos Aires comenzó a armarse revuelo frente a uno de los aseos de avión. Un niño de cinco años que no paraba de llorar se había quedado encerrado. Ni sus padres ni los miembros de la tripulación eran capaces de abrir la puerta. Salió hasta el copiloto a ver qué ocurría. Mientras tanto, en mitad del caos, el niño cada vez lloraba con más fuerza. Al final una azafata apareció con una caja de herramientas y entre varios lograron desmontar la puerta. Cuando el niño salió, todo el avión rompió en un aplauso épico. El crío seguía llorando, pero esta vez aliviado, en los brazos de su madre".
Un cadáver en primera clase
Visto en un vuelo Nueva York-Madrid por Irene, productora audiovisual de 27 años: "Era un vuelo nocturno y casi todo el mundo iba dormido. Como a mitad del trayecto me desperté y vi mucho revuelo en los asientos que tenía delante. Un montón de azafatas y otros pasajeros se movían hacia el sitio de otro pasajero, que parecía estar claramente enfermo. En ese momento, viendo que la situación estaba controlada, no le di más importancia y volví a dormirme. Pero cuando me desperté el pasajero enfermo ya no estaba en su asiento. Al rato descubrí que le habían pasado a primera clase sin dar más explicaciones. Cuando aterrizamos en Barajas no nos dejaron bajar del avión y tuvimos que esperar más de 40 minutos a que llegaran los médicos. El hombre había muerto durante el vuelo y debía certificarlo un facultativo antes de que el resto de pasajeros pudiéramos abandonar el avión"
Qué demonios es ese olor
Visto en un vuelo Madrid-Dublín por Rubén, abogado de 31 años: "El señor que iba sentado a mi lado decidió quitarse los zapatos y ponerse cómodo para echar una cabezadita nada más despegar el avión. El olor era tan desagradable que fui incapaz de aguantar sentado. Fui al servicio y estuve dando vueltas hasta que alguien con más valor que yo se quejó del olor. Lo más fuerte es que la persona que se quejó estaba sentada tres filas más atrás del señor en cuestión, así que se puede imaginar cómo era el olor que desprendían sus pies… Cuando volví al asiento, el señor ya se había despertado y me lo encontré hurgándose entre los dedos y cortándose las uñas de los pies. A punto de ponerme a vomitar, le pedí que se fuera al baño si pretendía seguir enredando con sus odoríferos pies. Al final se levantó de malos modos, pero nuestra fila siguió oliendo a queso roquefort hasta que aterrizamos".
La pasajera asustada
Visto en un vuelo Moscú-Madrid por María, desempleada de 28 años: "La chica que estaba sentada a mi lado, una completa desconocida, empezó a llorar desconsolada justo cuando el avión estaba tomando impulso para despegar y, sin preguntar, me agarró la mano con tal fuerza que parecía que quería exprimirla como a un limón. Aguanté el tipo rezando para que se tranquilizara y, menos mal, así fue. Una vez en el aire, me soltó la mano, se tomó una pastilla con un vino que le pidió al azafato y si te he visto no me acuerdo. Ni siquiera se despidió al bajar del avión".
Desmadre en un avión lleno de adolescentes rumbo a Punta Cana
Visto en un vuelo Madrid-Punta Cana (República Dominicana) por Héctor, publicitario de 45 años: "Era un viaje organizado por una marca muy famosa de alcohol. Eran unos 150 adolescentes a los que les había tocado el viaje en un sorteo. Y luego la marca había invitado a dueños de locales nocturnos de toda España, trabajadores de medios de comunicación y gente variopinta de la noche. El ambiente ya estaba caldeado en Barajas, con los adolescentes cantando y revolucionados. Después de dos horas de vuelo empezaron a salir botellas de alcohol de no sé dónde. La cosa se desmadró: gente bailando, parejas enrollándose tiradas en el suelo de los pasillos, caminatas nerviosas a los aseos... La tripulación intentaba mantener la calma. Hasta que la mayoría se puso a botar y el avión empezó a tambalearse. Pocos vieron el peligro, ya que había mucha gente borracha. Salió toda la tripulación (que en parte había consentido el desmadre distribuyendo alcohol), pidiendo calma. El piloto también apareció, con cara desencajada, rogando calma. Pero seguían los bailes y la fiesta. Fue cuando la tripulación decidió guardar todo el alcohol y el piloto amenazó con volver a Madrid. La gente, entonces, se fue calmando poco a poco. Desde entonces, el viaje transcurrió más o menos ordenado... hasta que quedó media hora para llegar a Punta Cana. Otra vez salieron un montón de botellas de no se sabe dónde. Menos mal que aterrizamos enseguida".
Parada técnica para soltar a un muerto
Visto en un vuelo Madrid-Buenos Aires por Adrián, mánager de una agencia de modelos de 31 años: "Tuvimos que parar en Gran Canaria a dejar a un señor que se había muerto. Primero preguntaron por la megafonía lo típico que se oye en las películas: '¿Hay algún médico entre los pasajeros?'. Más tarde, ya cuando se murió de un paro cardiaco, dejamos su cuerpo en Gran Canaria. Como nos desviamos de la ruta inicial para pasar por Gran Canaria, tuvimos que volver a recargar combustible porque si no, no llegábamos a Buenos Aires. Al final llegamos muy tarde y con un pasajero menos, que en paz descanse".
La octogenaria de los huevos cocidos
Visto en un vuelo Madrid-Boston por Mayra, lavandera de 41 años: "En un vuelo a Boston tuve de compañera a una octogenaria alemana que no paraba de sacar huevos medio cocidos y comérselos. Como le debía parecer poco, cuando traían la comida, ella devoraba y acto seguido miraba hacia los lados y se guardaba en el bolso los cubiertos, que en aquella época eran de metal. Le rogué a la azafata por activa y por pasiva que me cambiase de sitio, pero no hubo manera...".
Cuando tu compañero de asiento es un famoso
"Tengo malas sensaciones con respecto a este vuelo", escribía en la web Imgur un pasajero que se encontró con que su compañero de fila era el actor Jorge García. Durante siete temporadas, García interpretó a Hugo Reyes, uno de los supervivientes del accidentado vuelo 815 de Oceanic de la serie Perdidos. Normal que tener de compañero de avión a alguien que se ha hecho famoso por un accidente de aviación dé mal fario.
La loncha de jamón del bueno que casi acaba con un pasajero
Visto en un vuelo Madrid-México por Sara, guionista de 43 años: "Hace un montón de años, mi tío viajaba a México por trabajo. Por esas cosas de la vida, no hubo plaza en su vuelo y lo pasaron a primera clase. En la comida les sirvieron jamón del bueno y mi tío se lo comió. Y se atragantó como solo puedes atragantarte con una loncha de jamón rico con tocino delicioso: se te queda en la garganta y no va ni para arriba ni para abajo. Es posible que se debiera a que mi tío engulló sin masticar esa delicia. Total, que empezó a ahogarse y a intentar sacarse el trozo de jamón de la boca, sin ningún éxito. Cuando vio que se mareaba por la falta de oxígeno, cogió un cuchillo (porque de esto hace mil años y tenían cubiertos de verdad en primera clase) para intentar hacerse una traqueotomía. Él solito y a sí mismo. Por fortuna, antes de que pudiera rajarse la garganta, una señora como de setenta años, le apartó tranquilamente la mano que se dirigía a apuñalar la garganta, le abrió la boca, le metió unas pinzas de depilar dentro y sacó la tira de jamón a medio masticar. Luego se volvió a su asiento y se pidió un copazo, mientras mi tío recuperaba la respiración y las azafatas respiraban también, aliviadísimas".
Dulces besos con un desconocido
Visto en un vuelo de Madrid-Miami por María, abogada de 36 años: "Me pasó a mí. Me senté en mi sitio de ventanilla. Al rato llegó un chico. Empezamos a hablar, nos caímos bien, nos reímos, no parábamos de contarnos cosas... Y al final acabamos besándonos. Quedaba solo media hora para llegar a nuestro destino, Miami, pero aprovechamos el tiempo a tope. Al llegar, nos despedimos. A él le estaba esperando en el aeropuerto su novia; yo iba a trabajar a Miami y lo primero que hice cuando llegué al aeropuerto fue guasapear a mi novio diciendo que todo iba bien y que le quería. Fue un viaje divertido y extraño. No nos hemos vuelto a ver".
Este vuelo no es el mío
Visto en un vuelo Tenerife-Ibiza con escala en Barcelona por Natalia, estilista de 35 años: "Durante un vuelo de Tenerife a Ibiza tenía que hacer escala en Barcelona. Yo llegué a una hora y entendí que acto seguido tenía que hacer mi conexión. Me fui a la puerta del vuelo a Ibiza y me dejaron pasar. Pero resulta que aquel avión que no era el mío. Era el mismo destino, pero diferente hora. Apareció el chico que tenía mi asiento (que en realidad era su asiento dado que ese no era mi vuelo) y la azafata lo sentó en otro lado así como rapidito. Ninguno nos dimos cuenta del error. Bueno, yo sí, al aterrizar y ver que no llegaba mi maleta. ¿Cómo me dejaron subir a un vuelo que no era el mío? Aún no lo entiendo".
Tirado en el suelo, de rodillas
Visto en un vuelo La Habana-Madrid por José, periodista de 30 años: "Hace unos meses viajé a Cuba y en el vuelo de vuelta había un chaval al que le tocó hacer todo el viaje en el transportín (asiento) de la tripulación. Imagínate un viaje de nueve horas en un asiento de esos. El pobre tenía que hacer malabares para comer... y no te cuento lo que tenía que hacer para echar una cabezadita... una de las veces que me levanté al servicio lo encontré tirado en el suelo de rodillas y con los brazos y la cabeza apoyados en el asiento... Tuvo que ser el viaje de su vida...".
Expulsados del avión, por aferrarse a su maleta
Visto en un vuelo Malta-Madrid por Andrés, realizador de 28 años: "De regreso a Madrid desde Malta, una vez embarcados y con el cinturón puesto, recuerdo a un señor que empezó a gritar que no iba a consentir que le bajasen la maleta a bodega, hasta el punto de que los de seguridad subieron al avión para sacarlo de él... Su acompañante, debía de ser su mujer, comenzó a gritar y a pedir al resto de pasaje que les ayudásemos, que no podíamos permitir esa injusticia. Parecía una campaña de crowdfunding, pero sin éxito. No sé si es que ninguno estábamos concienciados con la causa o que íbamos a salir con mucho más retraso del que ya llevábamos, pero al final ese hombre y su mujer fueron expulsados del avión".
Riachuelos malolientes por el pasillo
Visto en un vuelo Madrid-Roma por Mikel, peluquero de 31 años: "En un vuelo, un chico se puso a vomitar en el baño y salió todo un riachuelo hasta fuera. ¡Dos metros de vómito por todo el suelo!".
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