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15 libros que tu hijo adolescente debe leer (aunque tú desearías que no)

Hay que asumirlo: nuestro hijo se acerca a la edad adulta. Aunque nos pese, estas lecturas le enfrentarán a dilemas que le ayudarán a formarse

Robert Downey Jr. (recién estrenada su mayoría de edad) y Andrew McCarthy, en la adaptación cinematográfica de la novela de Bret Easton Ellis 'Menos que cero'. Se llamó 'Golpe al sueño americano' y se estrenó en 1987.
Robert Downey Jr. (recién estrenada su mayoría de edad) y Andrew McCarthy, en la adaptación cinematográfica de la novela de Bret Easton Ellis 'Menos que cero'. Se llamó 'Golpe al sueño americano' y se estrenó en 1987.

Es posible que la pesadilla de unos padres cualquiera venga representada por la visión de su hija adolescente leyendo el controvertido Lolita, de Nabokov. O quizás se parezca más a ese instante, eterno y torturador, que acompaña la petición de tu vástago, aún menor de edad, de hacerse con un ejemplar del transgresor Mujeres, de Bukowski.

Lo que sigue, seguramente, sea una mirada martirizada al calendario, preguntándose en qué momento esa sangre de tu sangre aparcó los libros en los que había más viñetas que palabras y, después, una pequeña punzada de alegría porque pertenece a esa comunidad de jóvenes que se interesan por la lectura. En ese punto es en el que surge el dilema: ¿a qué edad se debe leer a Kerouac?

Estaría bien que padres e hijos hablaran antes sobre temas como el sexo, las drogas o las complejas relaciones humanas, porque este tipo de libros deben ser asumidos como parte de la ficción, no como ejemplos a seguir en algunos casos

La mala noticia es que no hay respuestas absolutas. “La cuestión no es tanto la edad sino el grado de madurez”, asegura Marisol Salazar Ego-Aguirre, jefa del departamento de Lengua y Literatura del Colegio Lourdes (FUHEM) de Madrid. Hay que tener en cuenta el bagaje lector y el desarrollo del menor. Hay libros que pueden leerse con 16 años, pero que se disfrutan y aprecian mucho más cuando se es un poco más adulto.

Hay otros que habría que leer y releer. Otra cuestión a tener en cuenta es la confianza que exista en casa. “Estaría bien que padres e hijos hablaran antes sobre temas como el sexo, las drogas o las complejas relaciones humanas, porque este tipo de libros deben ser asumidos como parte de la ficción, no como ejemplos a seguir en algunos casos”, reflexiona Jesús Casals, director de contenidos de la librería La Central de Callao, Madrid.

Hemos preguntado a padres, profesores, críticos y vendedores y hemos recopilado 15 libros que servirán a tus hijos para dar el salto a la edad adulta, literariamente hablando, que puedes recomendarle o regalarle (siempre que parezca un accidente). Y lo mejor de todo es que, si ya vas advertido, no te costará una serie de microinfartos cada vez que lo veas sumergido en sus páginas.

1. Menos que cero, de Easton Ellis. Sí, Easton Ellis es también el escritor del desasosegante American Psycho. Y sí, es un representante de la llamada Generación X. Y también “describe la sociedad rica estadounidense y su decadencia moral, trufado con drogas, alcohol y perversiones sexuales”, explica la especialista Marisol Salazar. Nada de eso es tranquilizador pero, seamos sinceros, pocas de estas cosas van a impresionar a un adolescente del siglo XXI con acceso a Snapchat e Instagram. Es posible que les aporte un punto diferente para observar esos excesos.

2. El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. No, no tiene absolutamente nada que ver con las archiconocidas sombras de Christian Grey -nótese la vocal diferenciadora-. El libro de E.L. James solo debería caer en las manos de tu descendencia como un magnífico ejemplo del rumbo de control y poder que jamás debe alcanzar una relación. Y no, no nos referimos al sexo. Si quieres aportar algo mucho más beneficioso a tus hijos y, en palabras de Casals, quieres que empiecen “a comprender que no se va a ser joven toda la vida”, pon en sus manos este clásico de Wilde.

3. El país de las últimas cosas, de Paul Auster. “La descripción de un futuro oscuro, un mundo que desaparece, nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones y nos presenta un terrible porvenir”, explica Mercedes Hernández, responsable del departamento de Libros de Fnac España. Jugando con la distopía, el autor estadounidense Paul Auster, premio Príncipe de Asturias, nos conduce al lugar que alumbra la pesadilla de la sociedad de consumo; sin valores, ni sentimientos y en una constante búsqueda de la muerte.

4. El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. En sus páginas aparecen temas como el alcohol, el sexo o la prostitución. La circunstancia de que el asesino de John Lennon, Mark Chapman, llevara un ejemplar cuando ejecutó al beatle encumbró esta novela, para bien y para mal, prohibiéndose en algunas escuelas y haciéndose obligatoria en otras. Para Casals, la historia -narrada en primera persona- del joven Holden Caulfield es “toda una novela de iniciación a la vida adulta”. El libro se mueve tanto en el límite como su protagonista, que debe decidir si crecer o no. Todo un dilema.

5. Tokio Blues (Norwegian wood), de Haruki Murakami. El eterno aspirante a Nobel de Literatura hilvana un triángulo amoroso -o varios- engarzando muerte, cultura, sexo e inseguridades adolescentes. Es una novela intimista, llena de carga emocional y a veces tortuosa. ¿Por qué leerla? “Para entender que uno no es el único joven torturado en este mundo”, asegura Jesús Casals, director de contenidos de la librería La Central.

6. Crezco, de Ben Brooks. “Una manera gamberra contemporánea de dar el salto”. Así define Casals este libro editado en 2011 por un Ben Brooks que, en el momento de su publicación, contaba con 19 años y aseguraba que el texto -el quinto de su carrera- lo había terminado tres años antes. La historia se centra en Jasper, un joven inglés y su nihilista recorrido hacia la edad adulta. Todo tintado con un humor fresco y sin pretensiones forzadas. Su protagonista ha sido denominado ya como un Holden Caulfield (protagonista de El guardián entre el centeno) en los tiempos de Facebook y del ciberacoso.

7. El extranjero, de Albert Camus. Un síntoma común de la adolescencia es sentirse fuera de sitio e intentar buscar un lugar en el que encajar. Para Meursault, el protagonista de Camus, la realidad es extraña, absurda e inabarcable. Se encuentra privado de un sentimiento de pertenencia y la apatía le desborda. Por ese punto trágico y “por encarnar la idea de la persona que se siente ajena a todo” lo recomienda Jorge de Cominges, escritor y crítico de libros.

8. El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. Sabemos que hay película y que está protagonizada, nada menos, que por el -por fin- oscarizado Leonardo DiCaprio. Pero las algo más de 200 páginas de Scott Fitzgerald retratan minuciosamente la sociedad ficticia, sobrepasada y llena de excesos que caracterizaba los años 20 estadounidenses. Una época llena de esperanza y vitalidad que no veía aún su nefasto horizonte final en la forma del crash del 29. Para De Cominges, es una recomendación segura por “su tono desencantado y el tema de hacer realidad las ilusiones”.

9. Relatos, de Julio Cortázar. “Cuando lees por primera vez a Cortázar se abre una nueva dimensión en el lenguaje, su narración puede descubrir un universo paralelo en una mente receptiva”, afirma Mercedes Hernández, responsable del departamento de Libros de Fnac España. Si después de leer este libro tus hijos acaban encantados, siempre puedes ir a la biblioteca y alcanzarles otra obra maestra de Cortázar, Rayuela.

10. Las tribulaciones del estudiante Törless, de Robert Musil. Se trata, para el escritor y crítico Jorge de Cominges, de “la novela de aprendizaje por excelencia”. Narra el paso a la edad adulta, y en un instituto militar, del joven Törless, que se irá tropezando con la crueldad, la moralidad o la sexualidad de sus compañeros y la suya propia. Fue escrita en 1906, a escasos años del comienzo de la Primera Guerra Mundial, pero algunos de sus patrones se arrastran desde el imperio Austro-Hungaro.

11. La metamorfosis, de Franz Kafka. Ingrediente habitual de toda buena lista literaria que se precie, el clásico de Kafka atrae e inquieta a adolescentes desde hace décadas, el mismo tiempo que lleva arrastrando teorías sobre su interpretación. Por ello, para Casals es “una buena manera de distinguir realidad y ficción” así como para Salazar es “una historia desasosegante que los adolescentes tienen que conocer”. Lo bueno es que es tan corta que, una década después, puede releerse y uno de podrá sorprender de nuevo.

12. Historias del Kronen, J.A. Mañas. Esta novela ha sido llamada la hermana española de Menos que cero. Sus páginas, mucho más explícitas que la película del mismo nombre, han sido incluidas por Salazar por tratar los eternas temas protagonizados por adolescentes como son el abuso de drogas, alcohol, la amistad, el sexo y la búsqueda de pertenencia a un grupo, a veces sea el que sea.

13. Maus, de Art Spiegelman. Esta crónica de gatos -nazis- y ratones -judíos- que rememora la historia de un superviviente del exterminio nazi fue la primera novela gráfica en hacerse con un premio Pulitzer. No solo evoca la historia del holocausto sino que también se centra en la difícil convivencia entre generaciones tras el horror sufrido. Para Hernández es, sin duda, “la mejor forma de aterrizar en la novela gráfica: por la propia historia y por cómo está narrada”.

14. Arrancad las semillas, fusilad a los niños, de Kenzaburo Oé. No abandonamos la temática de la Segunda Guerra Mundial, aunque acercándonos a la cultura japonesa de la época. "A pesar de ser premio Nobel y mundialmente conocido, el estilo de Kenzaburo Oé siempre es una sorpresa”, asegura la experta Mercedes Hernández. El japonés dibuja un escenario inicial similar al de El señor de las moscas, con un grupo de jóvenes obligados a la supervivencia, pero que no desemboca en caos sino en la organización colectiva. Y son precisamente los adultos quienes rompen el hechizo.

15. Héroes, de Ray Loriga. Tiene todos los componentes armándose como un poliedro en la mente de un adolescente. Rock, alcohol, amigos, “chicas bonitas” y un sinfín de frases que antes se subrayaban o se anotaban en los diarios y ahora se comparten, sobre un fondo limpio y negro, en las redes sociales de turno.

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