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Arriesgar para multiplicar por cinco el beneficio Dulce recibía las escobas del fabricante Ronaldo Maia Junior ya casi terminadas, y ella solo “ataba el manojo”, explica. Ganaba poco más de 50 euros mensuales. Ahora, con la pequeña inversión, ha asumido todo el proceso y Ronaldo le paga cada mes 280 euros por cada 1.000 escobas. Dusileide Bezerra teje sus escobas de palma de carnauba. Manuel Vázquez Aprendió a trenzar las hojas, que se convertían en sombreros, bolsos, cestas y escobas, mucho antes de saber leer y escribir. Era una niña cuando su madre le enseñó a sacarles partido. Manuel Vázquez La historia de Dulce cambió cuando un joven vendedor de créditos le propuso que invirtiera en su propio negocio con un préstamo del banco. Manuel Vázquez “Tengo miedo de endeudarme, hijo mío”, le contestó. Pero ¿cómo una persona que trabaja tanto y que cuenta con el respeto de todos los vecinos podría dejar de cumplir un compromiso? Dulce recapacitó y vio que podría funcionar. Manuel Vázquez Hasta entonces, Dulce recibía las escobas del fabricante Ronaldo Maia Junior ya casi terminadas, y ella solo “ataba el manojo”, explica. Ganaba poco más de 50 euros mensuales. Manuel Vázquez Con la pequeña inversión, ha asumido todo el proceso y Ronaldo le paga cada mes 280 euros por cada 1.000 escobas. Manuel Vázquez Su rutina empieza pronto: se levanta a las tres de la madrugada. Antes de irse a la faena, deja la comida hecha. Después, continúa con su jornada madrugadora. Manuel Vázquez Dusileide, en el centro, su esposo Josenildo y la hija de ambos. Manuel Vázquez El trabajo ahora es más intenso. Pero ella no se queja. “Soy más feliz ahora”, dice. Guarda religiosamente una parte de lo que gana para pagar el préstamo del banco. Y ya sueña en, después, pedir otro crédito para aumentar la producción. Manuel Vázquez