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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

No reconozco a Cataluña

Hay miedo en las calles, tensión entre nosotros, la gente con temor, no reconozco a Cataluña. Ya no recuerdo la Cataluña alegre, llena de ilusión y unida, ahora solamente veo cómo llora porque ve que las calles se han llenado de tristeza y violencia. Nos peleamos por nuestras propias opiniones, porque no sabemos respetar las ajenas; vemos más efectiva la violencia y así lo único que conseguimos es manchar la reputación de nuestro gran país. Entre lágrimas nos pide que dejemos de pelearnos entre nosotros y volvamos a estar unidos.— Álex Vilar Cubas.Viladecans (Barcelona).

Siento la necesidad de transmitir mi malestar por las recientes noticias sobre posibles cancelaciones de eventos como el Mobile World Congress. El trabajo de azafata es uno de los pocos que me permite compaginar la vida laboral con mis estudios universitarios, pero mis compañeras y yo percibimos cada vez más preocupación por la situación en Cataluña. Las marcas y empresas se espantan y cancelan eventos o promociones en la Ciudad Condal. Ya está pasando, y ahora leo con preocupación que un encuentro tan importante como el Mobile puede no celebrarse en 2019. Un evento como este, que genera tantos puestos de trabajo y millones de euros para la ciudad, me parecería una pérdida horrible. Por eso, pido al Ayuntamiento y a la Generalitat que trabajen para restaurar la tranquilidad de manera que ferias y eventos sigan funcionando como hasta hace poco y no se pierdan futuros puestos de trabajo.— Sara Sicluna Martínez. Barcelona.

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A mí tampoco me gustan demasiado las banderas, pero no entiendo este rechazo a quienes cuelgan una en su balcón, hasta el punto de llamarles fachas. Como si quieren poner una morada con unos aros blancos entrelazados. He visto hasta una bandera pirata. El problema del nacionalismo radical no es que ponga banderas, es que quita las demás para dejar la suya. Lo hizo en el Parlament y en muchos ayuntamientos. La lista es infinita. Todo el mundo debería poder poner la bandera que quiera —mientras sea legal— o no ponerla, sin que nadie le llame facha o se convierta en sospechoso de algo. La gente puede convivir con banderas y sin ellas, sobre todo si no tiene que elegir cuando ninguna, o más de una, le representa.— Javier Sáez-Benito. Zaragoza.

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