_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La reforma de la reforma protestante

La herencia de Lutero no puede recluirse en el ámbito religioso, sino abrir nuevos caminos de liberación en la sociedad

Juan José Tamayo
Varias personas se congregan frente a la Iglesia de Todos los Santos antes de las celebraciones del 500 aniversario de la Reforma Protestante en Wittenberg (Alemania), el 31 de octubre de 2017.
Varias personas se congregan frente a la Iglesia de Todos los Santos antes de las celebraciones del 500 aniversario de la Reforma Protestante en Wittenberg (Alemania), el 31 de octubre de 2017. FILIP SINGER (EFE)

El 31 de de octubre de 1517 es una fecha para no olvidar. Se trata de una de las efemérides más significativas de la historia europea y quizá de la historia universal. Ese día, presumiblemente, el joven fraile agustino Martín Lutero clavó sus 95 tesis contra las indulgencias (Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum)en las puertas de la iglesia de Wittenberg, que fungían como tablón de anuncios para el debate entre los colegas universitarios. “No puedo describir la emoción, la verdadera y dramática sensación que provocan”, fue el comentario de Erasmo de Roterdam, a quien no le extrañó el ruido provocado por su publicación, ya que Lutero había cometido “dos faltas imperdonables: haber atacado la tiara del papa y el vientre de los frailes”. Las 95 tesis marcan el inicio de la Reforma protestante, un acontecimiento que supuso una transformación profunda de la sociedad, la cultura, la política, la economía y el cristianismo europeos y dio lugar a un cambio de paradigma civilizatorio.

Otros artículos del autor

La Reforma era un clamor generalizado dentro y fuera de la Iglesia. Venía reclamándose cada vez con más fuerza desde finales del siglo XIV ante la falta de respuestas del cristianismo institucional a los desafíos de la nueva era que estaba naciendo y ante la corrupción generalizada que se daba entre los dirigentes de la Iglesia, como reconoce el papa Francisco: “En ese tiempo... había corrupción en la Iglesia, mundanidad, apego al dinero, al poder y por eso él [Lutero] protestó”.

La Reforma protestante fue un movimiento plural que se movió en dos direcciones. Una es la magisterial, representada por los maestros de Wittenberg, entre los que destacan Lutero y Melanchton, y por Calvino, perteneciente a la segunda generación. Otra es la radical, representada, entre otros, por Tomas Müntzer, destacado líder en la Guerra de los Campesinos, a quien en Ernst Bloch llama “teólogo de la liberación” en una obra del mismo título publicada en 1921, y Karlstadt, que se mostraba “afligido por el desprecio de Lutero hacia [la carta de] Santigo” y llamaba la atención sobre su descuido de los aspectos morales de la Reforma. Sin embargo, la tendencia, tanto dentro como fuera del protestantismo, es a supervalorar la reforma magisterial y a devaluar la radical.

El teólogo protestante mexicano Dan González habla de dos Luteros: “el original”, que al principio fue un crítico severo de los príncipes, y el que, a raíz de la Guerra de los Campesinos, contradice sus propias ideas y se pone del lado de los príncipes, a quienes en su escrito Contra las bandas despojadoras y asesinas de campesinos -calificado por el teólogo Zahrnt de “horrible y desprovisto de humanidad”- pide aplasten violentamente el levantamiento campesino a cambio de los favores recibidos. En él califica a los campesinos sublevados de “súbditos del diablo”, que tienen que ser liquidados “como perro rabioso”. En realidad, la reforma radical no fue una desviación de la reforma de Lutero ni una exageración de las doctrinas de la primera hora, sino su aplicación más auténtica.

Frente a la tendencia al silenciamiento y olvido de las mujeres en la Reforma, es necesario reconocer su papel fundamental y darles voz. Entre las más significativas cabe citar tres: Argula von Stauff, Úrsula Weida y Katharina Schütz. La primera detacó por ser siempre fiel a su conciencia, criticar a los teólogos por su olvido de la justicia y defender que las mujeres y los laicos podían ser teólogos. Ursula Weydan polemizó con el abad de Pegau sobre la naturaleza de la Palabra de Dios y de la iglesia y se opuso a la literalidad de la Primera Carta a los Corintios, que formula lo que ella llama el “código de silencio de la mujer”. Katharina Schütz Zell, autodeclarada “madre de la iglesia”, osó llamar a Dios “Madre amorosa”.

Ecclesia semper reformanda fue el principio de la Reforma protestante que deben activar hoy las diferentes iglesias cristianas, incluida la católica, como respuesta a los desafíos de nuestro tiempo. Es necesario llevar a cabo la reforma de la Reforma. Uno de los ámbitos geoculturales donde se está aplicando dicho principio de manera más auténtica es en el cristianismo del Sur global y en sus teologías ecuménicas de la liberación. Creo, además, que los reformadores y las reformadoras del siglo XVI no son propiedad privada de las iglesias protestantes, sino patrimonio religioso y cultural de la humanidad. Por lo mismo, la Reforma no puede recluirse en el ámbito religioso, sino que debe abrir nuevos caminos de liberación en la sociedad.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2017).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_