Companys y Puigdemont
Quizá el único rasgo en común entre ambos expresidents sea éste: que ya no son presidentes. En 1934, Companys proclamó el Estado catalán dentro de la “República Federal Española” no para dejar de formar parte de España, sino para garantizar el rumbo democrático y de izquierdas que la República cedista de Lerroux había perdido. Asumió sus responsabilidades hasta las últimas consecuencias: dio siempre la cara y permaneció con su pueblo. Todo lo contrario que el recientemente exiliado Puigdemont, cuyo ideario dejaba una Cataluña aislada y en lo más profundo del abismo. Ni siquiera tuvo el valor de votar abiertamente y salir al balcón ante las miles de personas que el día anterior —paradójicamente— lo llamaban traidor. El alcalde por sorpresa y president de rebote ha quedado ante todos como un cobarde, cuyo mayor temor es, ha sido y será la valentía que sí tuvo Companys.— Antonio Martín Barrachina. Rubielos de Mora (Teruel).
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