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Morir en Brasil por el color de la piel

La tasa de homicidios de adolescentes negros o mestizos triplica a la de los blancos en el país latinoamericano, según el último informe sobre violencia hacia menores de Unicef

Unos jóvenes en la favela Vigàrio Geral de Rio de Janeiro.
Unos jóvenes en la favela Vigàrio Geral de Rio de Janeiro.Cordon Press
Patricia Peiró
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El riesgo de ser asesinado en Brasil se multiplica por tres para los negros y mestizos. Este es uno de los datos que recoge el informe de Unicef que, bajo el título Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes, muestra las situaciones de violencia doméstica, callejera y escolar a la que se enfrentan menores en todo el mundo. "La gran desigualdad económica, la falta de inversión en la adolescencia y la alta circulación de armas en nuestro país son los principales motivos para esta diferencia racial", explica al otro lado del teléfono desde São Paulo la experta en protección a la infancia de Unicef, Fabiana Gorenstein.

Brasil es uno de los cinco países del mundo que, sin estar atravesando una guerra, posee la tasa de homicidios adolescentes más alta (59 muertes por cada 100.000 habitantes). En lo más alto de esta clasificación le acompañan otras cuatro naciones latinoamericanas: Venezuela (97), Colombia (71), El Salvador (66) y Honduras (65). El informe recoge que la mitad de las muertes violentas de jóvenes entre 10 y 19 años que se registraron en 2015 sucedieron en la región latinoamericana y caribeña, a pesar de que estos territorios comprenden tan solo un 10% de la población adolescente global.

La organización se desplazó en 2015 a Fortaleza, una de las zonas más peligrosas en la actualidad para los adolescentes, con objeto de realizar una serie de entrevistas y obtener información sobre el terreno sobre los homicidios de jóvenes. "La mayor parte de la guerra contra la droga se concentra en los suburbios de las ciudades, que es donde más cantidad de población negra o mestiza vive. Así que son los que más sufren sus consecuencias, incluida la muerte", señala Gorenstein. "Claramente concluímos que el lugar de nacimiento influye en el desarrollo de la infancia, que hay racismo y que es necesario poner el derecho a la vida sin violencia de los niños en el centro de la agenda", puntualiza.

Los menores sufren malos tratos en muchas ocasiones por parte de sus familiares, tutores o personas al cargo. Según el documento de Unicef, un 75% de la infancia en todo el mundo está sometida a algún tipo de castigo violento por parte de sus cuidadores y un 63% de los niños fue físicamente agredido en el último mes, según datos recogidos por la organización de diversas bases de datos nacionales.

Brasil cuenta desde 2014 con una legislación que prohíbe totalmente los castigos físicos en el ámbito doméstico y escolar. Desde Unicef Brasil admiten que eliminar la punición corporal como parte de la crianza es una cuestión cultural y que el país está a medio camino en ese proceso. "Es necesario crear programas educativos con las familias y escuelas para que tengan información sobre cómo estabecer límites sin necesidad de castigo físico. Obviamente, el marco legal fue un logro". En el resto del mundo, la situación es desalentadora para los niños en edades más tempranas, porque solo el 9% de los menores de cinco años viven en países donde los castigos físicos en casa están prohibidos, lo que deja a unos 607 millones de niños sin ningún tipo de protección legal ante el maltrato.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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