Sergio Dalma, cocinar pegados es bailar

Su voz inconfundible va ganando en matices con el paso del tiempo, como los grandes vinos. Así que no es de extrañar que esta bebida le haya acompañado en algunos de los momentos más importantes de su vida: desde las tensas horas previas a un concierto multitudinario hasta la intimidad del hogar, compartiendo algún plato con sus seres queridos. “Cuando tengo el típico día gris, que me levanto y estoy insoportable, digo: ‘Mira, ¿sabes qué? Me voy a la tienda de vinos y me hago un regalo”, relata divertido. El regalo hoy lo recibo yo, que puedo presumir de la compañía y la conversación de Sergio Dalma, el más italiano de todos los cantantes españoles. Con tales antecedentes, no es de extrañar ni la receta que cocinamos —un risotto servido en una untuosa torta del Casar, a modo de fusión de los sabores de los dos países— ni el lugar en el que nos reunimos, la muy surtida vinoteca madrileña Lavinia.

Mientras hierve el arroz, Dalma, un tipo cercano y vivaz, recuerda los tiempos anteriores a aquel inolvidable Bailar pegados que en 1991 cambiaría el curso de su vida y aderezaría la memoria musical de tantos españoles. “Cuando empecé en orquestas cantaba algunas canciones italianas, y todavía conservo los vinilos en casa de mis padres”, rememora. “De pequeño me llamaban la atención voces como la de Riccardo Cocciante, que empezaba muy grave y terminaba agudo. Ese dibujo de la melodía y de la voz me encantaba”.

Alvaro Garcia

Todos estos años después, el cantante presenta Vía Dalma III, su tercera propuesta de exploración de esos sonidos traducidos al castellano, con temas como Solo tú, de Matia Bazar, o Será porque te amo, de Ricchi e Poveri. “Yo me crie con esa música, así que desde que empecé tenía la idea de hacer un homenaje como este, que no es tanto una serie de versiones, sino un disco en el que aporto mi carácter y mi personalidad”, apunta. “¿Sabes con qué comparo lo que han sido los Vía Dalma en mi carrera? Es como cuando voy a tu restaurante y entre plato y plato sacas algo digestivo… Pues estos álbumes son algo así. Para mí los Vía Dalma han sido un regalo: poder cantar a gente de estilos y décadas diferentes llevándolo a mi terreno…”.

Lo que Dalma aún no maneja con soltura es el trance de dar al botón de play y reconocerse en ese espejo musicado. “¡Soy incapaz de escuchar mis discos! Solo lo hago cuando tengo que preparar una gira, pero lo paso fatal cuando voy a un centro comercial y está sonando mi música, o cuando voy a un restaurante y ponen un tema mío y digo: ‘¡No, por favor! ¡Aquí se come muy bien, pero falla la música!”, bromea. “Eso sí, cada vez que saco un disco y suena por primera vez en la radio es muy emocionante, porque automáticamente te transporta a todo el proceso creativo. Pero ocurre que tu percepción es distinta a la del público: cuando tú escuchas tu música dices: ‘Aquí hubiera podido dar este giro, o aquí es cuando tuvimos que parar y hacer una nota diferente… Con lo cual lo vives de otra manera”.

La receta de Dalma mezcla los sabores de Italia con los españoles.Alvaro Garcia

Nacido en Sabadell en 1964, Dalma no solo evoca el pasado desde los sonidos. También sobrevuelan en su mente los aromas de aquellas comidas que disfrutaba como el Josep Capdevila que fue y sigue siendo fuera del escenario.

“Me acuerdo cómo de pequeñito iba con mi padre a buscar setas. La que más me gustaba era el boletus, pero también íbamos a por níscalos, o el rovelló, como decimos en Cataluña. Recuerdo que había otra, la llanega, que era muy mocosa, y a mí me encantaba cocinada con la mongeta, la alubia blanca”. Ahora, al hundir una cucharada de risotto en una densa y olorosa torta del Casar, suma una nueva propuesta a esa lista de gratos recuerdos culinarios. Él define el resultado de esta receta italoespañola con una sola palabra, pero elocuente de sobra: “¡Buah!”, exclama. “¡Es que esto está muy bueno!”.

‘Risotto’ a la torta del Casar

7 euros por persona