Fronteras sanitarias
Esta mañana me he sentido un extranjero en Madrid o como Meursault, el protagonista de la célebre novela de Albert Camus, a quien admiro y con cuyo existencialismo tanto empatizo. En una farmacia del barrio de Arganzuela, no he podido comprar una medicación con mi tarjeta sanitaria extremeña porque según la legislación vigente, que debería morir o rectificar, no es operativa en otras comunidades. Jamás la palabra “autónoma” cobró un sentido más excluyente que en el caso que aquí expongo y que tiene que ver con algo tan fundamental como la sanidad, uno de los tres pilares básicos de cualquier democracia.— Pablo Bigeriego González-Camino. Madrid.
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