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Los perros van a poder ir a los restaurantes portugueses

La decisión dependerá del dueño del local, que también podrá contar con guarderías caninas

Terraza de un bar en el barrio de Alfama, en Lisboa.
Terraza de un bar en el barrio de Alfama, en Lisboa.HOLGER LEUE (Getty Images)

Excepto para pésames y minutos de silencio, es prácticamente imposible poner de acuerdo al Parlamento portugués, de los comunistas marxistas-leninistas a los más derechones diputados, como en cualquier otro Parlamento, por cierto; sin embargo, la discrepancia acabó hace unas semanas y no han sido los humanos sino los chuchos los que han logrado el consenso casi absoluto. Sus señorías son favorables a que los perros puedan entrar en restaurantes, bares, cafeterías, pastelerías y cualquier otro recinto cerrado donde huela a comida y/o se dispense bebida.

Desde 2015, es decir, ayer, la ley prohibía la entrada de animalitos en tales lugares —con la excepción de los perros guía—, pero ahora se han presentado diversas iniciativas parlamentarias para eliminar la prohibición absoluta y que el derecho de admisión dependa de los dueños de los locales.

Aprobada la idea general sin distinción ideológica ahora queda concretar, y ahí se aprecian diferencias de matiz. El único diputado de Personas Animales Naturaleza (PAN) veda a las mascotas las cocinas —casualmente, su lugar preferido—; los del Partido Verde condicionan el permiso “al porte y comportamiento” del animal —o sea, que no sea un desgreñado— y a que no cause trastornos a los clientes —que sea educado—, y los diputados del Bloco de Esquerda quieren además que los restaurantes puedan abrir zonas para que los perros se explayen y hablen de sus cosas. Sería una zona delimitada y apartada de la zona de los clientes fumadores, a su vez apartada de la zona de clientes no fumadores.

El amplio respaldo de la Cámara solo obtuvo el recalcitrante voto negativo de la diputada Ilda Araújo, del CDS, y tres abstenciones socialistas, sin duda gente atrabiliaria e insensible que, de todas formas, no van a impedir que, finalmente y tras años de lucha, los perros consigan en Portugal tal histórica reivindicación para especie, pues qué hay más natural y saludable para un perro que, después de dos horas de comida, esperar media hora más para que el camarero te traiga la cuenta. Si un perro francés aguanta, el portugués no va a ser menos.

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