_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

300 palabras

Luz Sánchez-Mellado
© GETTY IMAGES

Diez más, diez menos; quince arriba, quince abajo. Esas alhajas vienen cabiendo en este cofre. Depende de los puntos seguidos, los aparte y los supensivos. De las comas, comillas y paréntesis. De las eles y las íes, palitroques que estrechan las líneas, y de las emes y las uves dobles, mamotretos que las ensanchan. De la proporción y el rimo de agudas, llanas y esdrújulas. De la cadencia entre párrafos. De todo eso depende, y hasta de las diéresis de las úes y las vírgulas de las eñes, la diana o el pinchazo de estos dardos. Y todo eso sin hablar del fondo, claro. Cada balín de esta recortada debiera estar medido, tallado y preñado de intención y significado. Porque a este laberinto, como a la peluquería o al quirófano, se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale. Hay quién conoce de antemano qué quiere decir y por qué y hasta de qué exacto modo. Benditos sean. Una se adentra en la selva sin más brújula que el instinto y la vergüenza ajena y el amor propio, y va desbrozando la hojarasca a base de cabezonería, palos de ciega y machetazos de teclado. El camino se hace a veces terriblemente largo; a veces sospechosamente corto y, siempre, horriblemente ansioso. Hasta que, de repente, coincidiendo con precisión helvética con la hora del cierre, lo tecleado cobra sentido y sensibilidad y, si no, los das por cobrados y la acabas pensando que otra vez saldrá más redonda y que has salvado el pellejo hasta la próxima.

Escribir una columna es un gozo y una tortura. La tortura de iniciarla y el gozo de acabarla. No creo que este oficio de artesanos sea masculino ni femenino. Tampoco que las mujeres seamos buenas ni malas ni mejores ni peores columnistas que ellos por tener ovarios. Solo sé que los tenemos, que somos unas cuantitas y que, si nos compran el género, será porque se vende. Lo de la paridad en congresos lo dejo para otra. Hoy bastante tengo con cuadrar el sudoku y cerrarlo a tiempo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_