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Tribuna
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La dimensión social de los incendios forestales

Quizá no podemos evitar que un incendio surja, pero si educamos a la población, podremos evitar su propagación

Un vecino intenta sofocar un fuego en As Neves (Pontevedra).Vídeo: Óscar Corral (EL PAÍS). EPV

Más de ochenta incendios y cuatro muertos, es el balance de este fin de semana en Galicia bajo las llamas. Una vez más, el riesgo se torna en daño y desolación producida por el fuego implacable. El presidente de la Xunta se refiere a que hay una alta tasa de intencionalidad en la provocación. No es extraño; el estudio interdisciplinar que llevamos a cabo en 2007 desde el Consello da Cultura Galega, reflejaba que ya un 30,4% de la población atribuía los incendios a acciones criminales intencionadas y un 22,5% a conductas irresponsables. Se reflejaba también que el abandono de los montes, los usos de las tierras y la necesidad de una política preventiva, eran aspectos cruciales en la lucha contra los incendios. Por otro lado, los eucaliptales aparecieron como las superficies forestales que más ardieron.

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El riesgo en Galicia tiene una clara distribución espacial y temporal, que tiene que ver con la propagación y con la meteorología y las épocas de peligro. Está vinculado a la vulnerabilidad del territorio, que es ambiental, por su enorme biodiversidad, pero también social, porque cada vez más ciudadanos se ven afectados por las consecuencias de un modelo de gestión del riesgo ineficiente, como lo demuestra el mayor número de desalojos al que empezamos a acostumbrarnos con la ocurrencia de incendios forestales, y como así se vivió principalmente en el área de Vigo. Quizá no podemos evitar que un incendio surja, pero si educamos a la población, podremos evitar su propagación. Fomentar la cultura forestal, de la que actualmente carecemos, y una educación sobre el territorio que garantice una reducción de la intencionalidad criminal y de la combustibilidad de los montes, son objetivos alcanzables.

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Fomentar la cultura forestal y una educación sobre el territorio que garantice una reducción de la intencionalidad criminal y de la combustibilidad de los montes son objetivos alcanzables

A principios de año, contestaba al discurso de la ministra de Agricultura que comparecía en el Congreso para dar cuentas de su gestión en relación con el refuerzo de medidas de prevención en la lucha contra incendios. Señalaba la Sra. Tejerina que se habían invertido más de 57 millones de euros en prevención. La evidencia demuestra que inversión sin política no es eficiente, que es necesario un profundo análisis y una programación seria de los cambios que son precisos en la gestión del territorio y en el uso del suelo como medida de prevención de incendios. El aprovechamiento forestal sigue siendo cortoplacista y únicamente mira por el beneficio rápido, promoviendo más y más la explotación de una especie que, como el eucalipto, está tan cuestionada. Recientemente señalaba la Consellería de Medio Rural que en 2016 se había registrado un crecimiento de la masa forestal basada en eucaliptos de un 65%, en apenas dos décadas, superando sobradamente la superficie prevista en el Plan Forestal de Galicia para 2032, a tan solo 15 años del horizonte previsto. El impulso y la planificación del eucalipto puesto en manos de empresas son un factor que sigue amenazando la geografía de Galicia y su riqueza natural, poniendo nuevamente en cuestión la capacidad de un Gobierno para hacer frente a un asunto de tanta gravedad.

Ricardo García Mira es diputado del PSOE en el Congreso y portavoz en la Comisión para el Estudio del Cambio Climático.

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