El principal dilema que plantea Blade Runner (o, con un título más explícito, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela de Philip K. Dick en la que se basa la película) y su recién estrenada secuela es qué nos hace humanos, qué cualidad nos distinguiría de un robot por desarrollada que llegue a estar la tecnología. Una respuesta habitual, en la ficción y entre los expertos en inteligencia artificial y ciencias informáticas, es nuestra capacidad para saber qué hacemos y por qué lo hacemos y, de una manera más profunda, nuestra autoconsciencia. Hoy en día se hacen competiciones en las que varios chatbots concursan para engañar a una audiencia haciéndoles creer que son humanos. Una IA llamada Eugene Goostman superó la prueba de Turing en 2014. Los replicantes de Blade Runner están tan bien hechos que algunos ni siquiera parecen saber que lo son, y podrían pasar ese test sin problema. Por ello en el futuro inventan el test de Voight-Kampff, que de momento parece infalible.