La hija pequeña de Steve Jobs, amor e hípica en las redes sociales
Eve Jobs, de 19 años, publicita su amor por el jinete mexicano Eugenio Garza Pérez, a quien conoció en los concursos hípicos a los que ella también es aficionada
El amor se empeña en reafirmar el escaso efecto del muro que Donald Trump quiere construir entre Estados Unidos y México. En esta ocasión es Eve, la hija menor de Steve Jobs, el mítico fundador de Apple fallecido en 2011, quien lo demuestra alto y claro con la relación amorosa que publicita en sus redes sociales con el mexicano Eugenio Garza Pérez. La joven, de 19 años, compartió su primera fotografía junto el jinete mexicano, de 21 años, en febrero de 2016 y desde entonces su Instagram contiene varias imágenes al lado de Eugenio que no dejan espacio al equívoco. “Mi amor”, así en español, o “La mejor noche, con la mejor cita”, son algunas de las frases que acompañan las imágenes de la más pequeña de los tres hijos que Jobs tuvo con Laurence Powell (Reed, Erin Siena e Eve), con quien estuvo casado 20 años hasta su muerte.
El mexicano, nacido en Monterrey, se trasladó a Estados Unidos para estudiar hace unos seis años, cerca de la fecha en la que murió el padre de su novia. En su cuenta de LInkedin Eugenio Garza Pérez figura en la actualidad como estudiante de la Escuela de Negocios de la Universidad de Miami. El regiomontano también comparte orígenes de familia de empresarios con la hija de Jobs: es bisnieto de Eugenio Garza Sada, fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, presidente del Grupo VISA, hijo a su vez del fundador de Cervecería Cuauhtémoc, y un empresario recordado por sus vínculos con la modernidad de su época. Por la otra parte familiar, su abuela es Yolanda Santos de Hoyos, quien pertenece a otra de las familias empresariales más acaudaladas de Monterrey y es presidenta y fundadora del Patronato del Ballet de Monterrey.
Pero no ha sido ni el dinero ni la empresa lo que ha unido a esta pareja, sino la hípica. Eugenio Garza Pérez se inició en este mundo desde pequeño por tradición familiar, pero no fue hasta su llegada a Estados Unidos cuando su nombre empezó a sonar en los círculos hípicos. Con su caballo Bariano ya ha ganado algunas competiciones de cierto prestigio, como la Hollow Creek Farm Grand Prix, en Kentucky, o la Upperville Jumper Classic, en Virginia. Eve también es aficionada a la hípica desde pequeña y, de hecho, acaba de terminar sus estudios de bachillerato en la Academia Upper Echelon, un centro online que le ha permitido compaginar estudios y carrera deportiva, terreno en el que compite con otras famosas herederas como Jennifer Gates (hija de Bill Gates), Destry Spielberg (hija del reconocido director de cine Steven Spielberg) o Jessica Springsteen (hija del cantante Bruce Springsteen).
Vacaciones, bailes de sociedad y amigos son algunas de las otras aficiones que ambos jóvenes parecen compartir a tenor de las fotos de sus redes sociales.
La madre de Eve, Laurence Powell, que durante su matrimonio mantuvo un discreto segundo plano para preservar la intimidad de la familia, se implicó públicamente en la defensa de causas sociales después de morir su marido, que fue criticado en ocasiones por no ser precisamente generoso con causas filantrópicas. Powell ha apoyado en numerosas ocasiones la Dream Act, que defiende que se dé la nacionalidad estadounidense al más de un millón de jóvenes que entraron ilegalmente y se educaron en Estados Unidos; e hizo piña con el director Davis Guggenheim para producir un documental sobre las dificultades de estos jóvenes. También es impulsora de TheDreamsIsNow.org, centrada en darles voz, y ha sido muy activa en la lucha por la protección del medioambiente y en el campo de la nutrición.
Aunque no es un hecho extraño en otros jóvenes de su edad, Eve Jobs solo tiene en su cuenta de Instagram —17.000 seguidores— una fotografía junto a su madre, publicada en 2014 para felicitarla por el día de la madre. Pero no hay ninguna junto a su padre, Steve Jobs, que falleció a los 56 años a causa de un cáncer de páncreas que sufría desde hacía tiempo. No es ajeno que el visionario creador del Macintosh mantenía mejores relaciones con sus inventos que con su entorno familiar. Su propia esposa reconoció a Walter Isaacson, biógrafo oficial de Jobs, que sus hijos no eran la prioridad del visionario empresario: “Se centra en su trabajo y a veces no ha estado presente cuando ellos lo necesitaban”, llegó a decir. Según las publicaciones de Isaacson, las relaciones de Steven Jobs con su descendencia podrían resumirse así: más cercana con su hijo varón, Reed; cariñosamente distante con Erin, quien supo mantener con su padre una cierta distancia para no sentirse herida por su desapego, y asombrado con Eve, a quien Jobs auguraba que presidiría Apple.
En esta familia falta un nombre: Lisa Brennan-Jobs, la hija nacida de una relación de juventud que Steve Jobs mantuvo con una compañera de instituto y a quien el genio de la tecnología negó su paternidad durante años, aunque la relación se recuperó años después con períodos en el que la relación entre ellos sufrió altibajos, ella es también heredera de la inmensa fortuna legada por su padre, unos 7.000 millones de dólares.
Walter Isaacson contó, pocos días antes de la muerte de Jobs, que le había visitado en su casa y le encontró doblado de dolor, con su cerebro a pleno rendimiento y más colaborador que nunca con su biógrafo. El motivo lo desveló el mismo Steve Jobs: “Quiero que mis hijos me conozcan, por qué no siempre estuve ahí cuando ellos me necesitaban. Quiero que lleguen a comprender por qué lo hice, por qué dediqué tanto tiempo al trabajo”.
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