Maestra del blues del desierto con 20 años
La marroquí Asmaa Hamzaoui cierra la última edición del Festival ‘Jazz Au Chellah’ de Rabat con un concierto de gnawa
“Cuando Asmaa abrió los ojos en este mundo, lo primero que vio fue el guembri”, dice con picardía Aïcha, la hermana mayor de la primera maestra (mâalema en árabe) marroquí de gnawa, el blues del desierto. Asmaa Hamzaoui nació en Casablanca, tiene 20 años, y es, según dicen en el ambiente "la primera mujer en tocar profesionalmente el guembri", ese ancestro africano del bajo, instrumento emblemático del folklore magrebí.
Tan importantes y sagrados son los instrumentos en el gnawa que cada maâlem (maestro) transmite este título honorífico legando su guembri a un discípulo, que entonces queda investido como tal. Esta es la otra parte de la historia que hace de Asmaa una maâlema: su padre, Mâalem Rachid Hamzaoui, la llevó a tocar con él a un festival, cuando ella tenía 12 años, y tras ese concierto bautismal decidió legarle su propio guembri y, en él, su título.
“Mi padre es Rachid Hamzaoui, que también era heredero de un gnawi”, relata su hermana Aïcha, de 24 años y corista del grupo Bnat Timbouktou. “Somos solo dos hijas mujeres: mi padre es argelino y mi madre, del Sahara (de un oasis cerca de M’hamid). Asmaa empezó a tocar a los siete años, es una apasionada del guembri. Ahora el grupo lo formamos 100% mujeres y todas amigas de la infancia, de Casablanca, donde vivimos”, desgrana Aïcha.
Aïcha oficia de portavoz y cautiva al invitado con su sonrisa inmensa de saharauia. Asmaa, en cambio, es muy seria, arriba y abajo del escenario. En el backstage es una chica de 20, lacónica, reconcentrada. Cuando le toca subir, ella toda se vuelve montaña, macizo imponente.
Asmaa Hamzaoui & Bnat Timbouktou clausuró la última y valiosa edición del Festival de Jazz Au Chellah, que ya lleva más de 20 años celebrando en Rabat la fusión de jazz europeo y músicas magrebíes y rescatando al otoño de su apacible ritmo rabatí. Siempre hay una calidad compacta en los artistas que se seleccionan pero, este año, además, la colaboración entre los dos directores artísticos –Majid Bekkas y Jutta Unger– ha sido especialmente fructífera en presencia femenina. Tres de las cuatro noches dedicaron buena parte del programa al arte de las mujeres: pasaron por aquí, entre otras, Gemma Abrié, Nabyla Maan, María Joao y la propia Asmaa Hamzaoui. También hubo mucha música hors Chellah (fuera del castillo de Chellah), con fanfarrias recorriendo las calles y plazas de la capital y la vecina ciudad de Salé.
"Es la primera mujer en tocar profesionalmente el guembri", según dicen en el ambiente
El tramo final del Festival se reservó al gnawa, esa música rústica de plegarias, con letras que siempre le cantan a Dios , y que transmite la parsimonia del dromedario cerrando los ojos, la cadencia de su paso hundiéndose en las dunas del Sahara. Trance, aceleración y resistencia, como la de las cuerdas del guembri, instrumento líder de toda formación gnawa, que compensa los bajos de cuero y madera con los agudos del canto y el ritmo metálico de las krakebs (castañuelas).
Símbolo del mestizaje marroquí, el ritmo africano se fundió con la precisión del jazz en el último concierto dentro del castillo a orillas del río Bouregreg. En esa mutua ofrenda, el gnawa pone el poderío profundo de la tierra del Norte de África para que los jazzeros se amolden y acompañen el trance con sutileza. Asmaa toca el guembri pero también canta con una voz que atraviesa desiertos y llega a las cumbres del Atlas.
"Ahora el grupo lo formamos 100% mujeres y todas amigas de la infancia, de Casablanca”, dice Aïcha
Es su primer año como solista, porque hasta el año pasado tocaba con su padre, y ya colabora con músicos de todos lados. Sin ir más lejos, al camerino se acerca Alex Simu, el clarinetista rumano que toca en el ensemble del jazzman egipcio Amr Salah. Les regala un disco, las anima a tocar vientos y bromea entre cumplidos: “las mujeres están mejor equipadas físicamente”, dice Simu. “Dentro de 20 años podré decir que he tocado con ellas cuando eran chiquitas. Son poderosas y necesitamos más mujeres en la world music”, añade.
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