Una democracia madura con alma de adolescente
A base de criticarnos a nosotros mismos en el exterior, da España la peor imagen de sí misma; un país que necesitara ser tutelado
El lehendakari Íñigo Urkullu ha unido su voz a los que han pedido la mediación de la Unión Europea para resolver el conflicto catalán. Curiosa petición si se tiene en cuenta que en las instituciones europeas está el Estado español y que en ellas hay tanta calidad democrática como en las españolas. Curiosa petición de un país con cuarenta años de democracia. Si España fuera un individuo podría calificársele de adulto con alma de inseguro adolescente.
España apela con demasiada frecuencia a la tutela internacional. Su necesidad de dejar en manos de mamá Europa sus conflictos internos no tiene parangón con ningún otro país del bloque. En lo que va de año, por ejemplo, la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha tenido que analizar 18 asuntos españoles; el 15% del total. Le sigue Alemania con 16 temas, pero el país de Angela Merkel tiene el doble de habitantes.
Ensimismada en sus propios problemas —especialmente si al frente se sitúa el indolente Rajoy—, España tiene por costumbre —salvo los paréntesis de Felipe González y José María Aznar— no intentar influir en el seno del club europeo y hacer una política de seguidismo con Francia y Alemania. La cuarta potencia de la eurozona renuncia de manera casi sistemática a ser un actor relevante a nivel europeo. La Comisión de Peticiones de Estrasburgo debería centrar sus indagaciones en desajustes transnacionales. De hecho, lo hace, salvo cuando un país como España la distrae dirimiendo si la ampliación de una carretera comarcal se ha realizado con el debido informe medioambiental. No es una broma. Es un caso real, de 2008, que tuvo a la prensa española en Bruselas ocupada durante semanas. Y así, a base de criticarnos a nosotros mismos en el exterior, da España la peor imagen de sí misma; un país que necesitará ser tutelado en lo económico, pero también en lo político.
Dos factores han obligado a España a retroceder de golpe varias casillas en el tablero europeo: la crisis económica, que ha resucitado los peores tópicos contra los del sur, y la pésima gestión que de la crisis ha hecho el Gobierno de Madrid, lo que incluye la incomparecencia a nivel internacional. Incapaz de exponer con convicción sus argumentos democráticos ha dejado el campo libre a los secesionistas. El resultado es que los datos que se manejan son solo los suyos; bien sobre el nivel de participación en el referéndum, bien sobre la magnitud de las personas afectadas por las cargas policiales.
A petición de eurodiputados españoles, el pleno del Parlamento Europeo debatió el miércoles sobre la crisis catalana. El resultado es que la Comisión se ha alineado —con matices— con el Gobierno y que cada partido europeo lo ha hecho con su homólogo español. ¿Se podía esperar otra cosa? Sí. Hubo declaraciones interesantes. Por ejemplo, la del liberal Guy Verhofstadt. “Ninguno podemos dar clases de democracia a España”, dijo. El problema es que los políticos españoles no se lo acaban de creer y en esto Carles Puigdemont pidiendo la mediación europea es tan español como los demás.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Opinión
- Referéndum 1 de Octubre
- Autodeterminación
- Generalitat Cataluña
- Cataluña
- Referéndum
- Conflictos políticos
- Elecciones
- Gobierno autonómico
- Política autonómica
- Comunidades autónomas
- Unión Europea
- Administración autonómica
- Organizaciones internacionales
- Europa
- Administración pública
- Política
- España
- Relaciones exteriores