Cooperante asesinada

El asesinato de la cooperante española Lorena Enebral en Afganistán es un nuevo golpe a las organizaciones no gubernamentales que desarrollan su trabajo en zonas de riesgo. Y es también una ocasión para reconocer y aplaudir la altruista y ejemplar labor humanitaria de los 2.599 profesionales españoles dedicados a la cooperación exterior en 84 países, según los datos publicados por el Ministerio de Exteriores el pasado 8 de septiembre con motivo del Día Internacional del Cooperante.

Madrileña de 38 años, Lorena Enebral trabajaba en el centro ortopédico del Comité Internacional de la Cruz Roja en Mazar-i-Sharif, al norte de Afganistán, donde ejercía desde hace más de un año como fisioterapeuta de niños y mujeres mutiladas a causa de la guerra. Su muerte es aún más sobrecogedora y genera una mayor conmoción por las circunstancias en las que se ha producido: falleció de un disparo a manos de un paciente del centro, un joven de 22 años que se desplazaba en silla de ruedas y recibía atención médica desde los tres.

En los últimos meses Cruz Roja ha sido castigada con especial virulencia en Afganistán. Hasta el punto de que la entidad suspendió temporalmente sus labores en aquel país tras el asesinato de seis cooperantes en febrero y el secuestro de otros dos. Estos ataques han colocado a las ONG en una disyuntiva: mantener los programas de ayuda a colectivos vulnerables o preservar su seguridad.

Los profesionales vinculados a organizaciones humanitarias se enfrentan a menudo a situaciones de peligro, como demuestra el alto número de secuestros de cooperantes a manos de grupos terroristas. Por ello es aún más admirable la labor que realizan las miles de personas que, como Lorena Enebral, luchan contra la pobreza y la desigualdad y en favor de la salud y la educación en poblaciones desgarradas por conflictos armados.