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Cómo conseguir las habilidades que Latinoamérica necesita

La región invierte en educación tanto como los países más desarrollados, pero sus resultados están por debajo. Un informe del BID analiza recetas para revertir la situación

Laboratoria es una empresa que enseña a las mujeres programación y que ha logrado excelentes resultados de inserción laboral.
Laboratoria es una empresa que enseña a las mujeres programación y que ha logrado excelentes resultados de inserción laboral.PABLO LINDE
Pablo Linde
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América Latina dedica a educación y formación tanto —en porcentaje de PIB— como los países más desarrollados, pero sus resultados son muy inferiores. Los niños y adultos de la región a menudo carecen de las habilidades necesarias para progresar, según explica un informe que acaba de publicar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esto no solo es un problema para estas personas que quedan rezagadas, supone también un lastre para el desarrollo de sus países.

El documento, bajo el título Aprender mejor: políticas públicas para el desarrollo de habilidades, analiza las oportunidades de capacitación que tienen los habitantes de América Latina a lo largo de todo su ciclo vital, busca casos de éxito para cada etapa y los somete a debate para que los Gobiernos tengan la información necesaria para sacar el máximo partido a una inversión en formación que hoy no parece del todo aprovechada, a tenor de los resultados. “La región está invirtiendo en el desarrollo de habilidades para un futuro mejor. Este libro plantea que mantener estas inversiones es esencial, pero también advierte algo importante: el dinero puede comprar habilidades, pero solo si se utiliza de forma inteligente. Algunas políticas que han sido aplicadas a nivel experimental han mostrado ser prometedoras y sugieren que pequeñas inversiones pueden generar grandes beneficios”, afirma Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en la que es la publicación insignia que cada año lanza el banco.

Una de las claves que plantea el libro es aplicar el método científico a las políticas públicas. Para ello, en sus 380 páginas, hace un detallado recorrido por iniciativas de todo el mundo que van destinadas a mejorar la adquisición de conocimientos de la población. “Esto no quiere decir que todas sean aplicables en todos lados. Es necesario analizar cada una y estudiar en qué contextos se podrían implementar. Después, hacer pequeños proyectos piloto, comprobar sus resultados y, en función de ellos, aumentar la escala para que llegue al mayor número posible de población”, explica Julián Messina, economista del Departamento de Investigación del BID y uno de los editores del estudio.

Una de las claves que plantea el libro es aplicar el método científico a las políticas públicas

Si se empieza por la primera infancia, uno de los grandes retos en América Latina es mejorar las habilidades cognitivas de los niños. Hay una enorme brecha entre las de las familias pobres y las de mayor poder adquisitivo y la evidencia dice que es algo relativamente sencillo de paliar. Varios programas piloto, como el de Cuna Más, en Perú, muestran cómo trabajadores sociales que visitan a las familias con menos recursos y les enseñan ciertas pautas de educación sencillas, como hablar y jugar más con los niños en sus primeros años de vida, puede reducir esta diferencia en hasta un 70%. Corregir esta desventaja que los pequeños tienen para formarse antes incluso de entrar en la escuela tiene una enorme costo-efectividad, ya que los programas que se han implementado en este sentido no suponen grandes inversiones.

En la educación primaria hay un enorme debate para mejorar los resultados de los escolares. En la región se está invirtiendo grandes cantidades de dinero (80.000 millones de dólares al año, unos 66.800 millones de euros) en esta etapa, pero apenas se han realizado 13 evaluaciones rigurosas para comprobar si da resultados satisfactorios. Dos de las medidas más comunes, reducir los alumnos por clase y aumentar el número de horas, suponen un enorme aumento en el gasto (hasta un 60%), con mejoras de entre un 10% y un 15% en el aumento del aprendizaje. Medidas mucho más baratas pueden conseguir resultados similares o mejores. También en Perú se desarrolló una experiencia piloto entregando vídeos para mostrarlos en clase explicando a los niños que la inteligencia no es algo estático, que el cerebro es un músculo que se puede desarrollar con entrenamiento. A esto se añadieron unas actividades para que los alumnos se implicasen. “Es una medida de coste irrisorio que dio mejoras muy significativas. Esto no quiere decir que no haya que reducir el número de alumnos en las aulas o aumentar el horario, pero está bien contemplar también otras actuaciones mucho más baratas”, afirma Messina. Algo parecido sucede con planes de formación del profesorado: un planeamiento de las clases muy pormenorizado para que lo siguieran los docentes también mostró mejoras semejantes.

En la siguiente etapa de la formación, la educación secundaria, el gran reto en América Latina está en evitar la deserción escolar, que está cerca del 50%. “Los países están adoptando políticas para facilitar el acceso a la secundaria que sirven de poco si no logran que los adolescentes la completen”, continúa Messina, que muestra cómo becas o pequeños premios que fomenten completar el ciclo también han dado resultados de mejora.

Si se empieza por la primera infancia, uno de los grandes retos en América Latina es mejorar las habilidades cognitivas de los niños

Y la formación no termina con la incorporación al mercado laboral. La visión de que el cerebro hay que armarlo en los primeros años para que dé frutos el resto de la vida está muy anticuada: hay numerosas evidencias de que las habilidades pueden seguir adquiriéndose durante prácticamente toda la existencia. En el informe, Moreno cita a Robin Chase (cofundadora de Zipcar): “Mi padre tuvo un empleo en su vida, yo tendré seis en la mía y mis hijos tendrán seis al mismo tiempo”. La adaptación a nuevos escenarios a lo largo de la trayectoria laboral es fundamental para que los trabajadores sigan siendo competitivos hasta su jubilación. Pero el nivel de reciclaje en América Latina es muy pobre: solo el 5% de los trabajadores recibe algún tipo de formación a lo largo del año, según el estudio.

Un ejemplo contrario sería el de los community colleges de los Estados Unidos, unas escuelas para adultos que dan nuevas capacitaciones y que han mostrado gran efectividad a la hora de la reintegración o la mejora de sus alumnos en el mercado laboral.

Cómo mejorar la combinación de la formación profesional con las empresas, creando las figuras de los aprendices, es otra asignatura pendiente de América Latina. Los modelos alemán y austríaco son seguramente los más ejemplares en este sentido. En ellos la formación está completamente destinada a las compañías, que son partícipes de este proceso.

El libro, como enfatiza Messina, no pretende ser un prescriptor sobre qué políticas deben ejecutar los países, sino, más bien, una herramienta en la que se han documentado numerosos ejemplos que pueden ser interesantes para la región. En este mismo sentido, para ayudar a que quienes toman las decisiones puedan identificar programas técnicos que han demostrado ser exitosos, el BID ha lanzado también el sitio web SkillsBank, donde analiza evidencia sobre programas que han promovido eficazmente el desarrollo de habilidades en la infancia y adolescencia.

Las competencias concretas que serán necesarias en el mundo de dentro de 20 o 30 años no están claras. Las estimaciones del Foro Económico Mundial auguran que el 65% de los niños que están en escuela primaria trabajarán en empleos que hoy no existen. Lo que está claro es que si no tienen las herramientas para adquirir estas destrezas su desarrollo y el de sus países se resentirá.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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