Los franceses no fueron “bárbaros”
Estoy totalmente de acuerdo con El Acento del lunes 14 donde se decía sentir escalofríos al leer a Manuel Chaves Nogales. Únicamente no comparto un adjetivo con el escritor, y es cuando se refiere a la “bárbara” actitud de los franceses hacia los derrotados españoles, pues fui uno de ellos —junto a mi familia— cuando cayó Irún el 5 de septiembre de 1936. Refugiado en La Force, en Dordoña, nuestro grupo pudo vivir gracias a las ayudas (de toda índole) recibidas por gentes (de toda clase), a menudo tan pobres —o más— que nosotros… Ochenta años después es fácil condenar al prójimo, sobre todo si es extranjero y aún más si se ignora lo que fue la avalancha de refugiados en un país que tenía entonces 40 millones de habitantes (hoy 65), y cuyos problemas económicos y sociales habían originado el triunfo del Front Populaire. Si en la España de hoy (mucho más acomodada que la que conocí en el 36) se viese llegar a más de medio millón de refugiados, ya me gustaría saber cómo y en qué condiciones, más o menos “bárbaras”, se los acogería. Algunos conocidos nuestros estuvieron en St. Cyprien o en Gurs y, claro, allá “no todo era coser y cantar” —tampoco todos los inquilinos eran santos—. Es una pena hablar de algo que no se ha vivido, sin tener en cuenta la situación de la época y la manera horrible con que la prensa de aquí pintaba a los “rojos”, entre los cuales tengo el honor de figurar. La ingratitud es un defecto feísimo. Cuando se habla y, sobre todo, cuando se escribe en periódicos, conviene evitar el pecado del anacronismo, juzgando los acontecimientos del ayer con lo que somos y sabemos hoy.— José Lacour-Mirón. Cognac (Francia).
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