_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Libertad condicional

En aquel momento no había nadie, que sin haberse movido siquiera del sito, no se sintiera bailando con ella. Por primera vez en meses se sintieron libres.

Getty
Maite Nieto

No quería pensar en nada pero las imágenes de aquel año que desde que comenzó intuyó no le traería nada bueno, se agolpaban sin pedir permiso y con inusitada urgencia. Demasiados cambios, demasiadas prisas, demasiadas ausencias. Un vacío negro que atenazaba su corazón y le había urgido a saltarse la costumbre y hacer aquel viaje solo. Sin fin ni casi destino.

Miraba al infinito y solo sentía desierto cuando la vio pasar delante del chiringuito y se esfumaron los fantasmas. Era menuda, de rostro dulce y sonrisa fácil. Llevaba un vestido ligero, ni corto ni largo, de esos que gritan: “¡No miro el reloj y me pongo lo que me da la gana! De la mano, una niña de no más de seis años; a su lado un crío rubio que no levantaba un palmo del suelo. Descalzos sobre la arena, estaban disfrutando de un paseo en ese momento del ocaso en el que la luna y el sol se confunden y las olas no baten la orilla sino que la acarician.

Intuía que la música seguía llegando a sus oídos cuando las luces ya sólo le permitían vislumbrar su silueta. Sus ojos se resistían a abandonarla porque esperaba un aliento en mitad de las que para él sólo eran tinieblas. No le defraudó.

Del suave bamboleo al ritmo de la canción que sonaba ya atenuada para ella, pasó a cimbrear la cintura. Los saltitos con los que animaba a bailar a su pequeña se transformaron en giros, brazos al aire, dos niños danzando a su alrededor y un embelesado padre grabando la escena.

Desde el observatorio playero ni él ni nadie del resto de la clientela atendían ya a los cócteles, ni a la minifalda de la camarera, ni al DJ que lo había provocado todo. Mucho menos a los negros pensamientos que habían amenazado con amargar la noche. En aquel momento no había nadie que, sin haberse movido siquiera del sitio, no se sintiera bailando como lo hacía ella.

Por primera vez en meses se sintieron libres. Respiraron tranquilos, almacenaron la escena en el cajón de los recuerdos de los que se echa mano en los momentos de urgencia, y siguieron charlando, mirando al mar o soñando despiertos.

Él sorbió su bebida con una sonrisa, la primera desde que pasó todo. Y supo que sería capaz. Que podría continuar. Que volvería a intentarlo otra vez.

Ocurrió a la orilla del Mediterráneo. En vacaciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Maite Nieto
Redactora que cubre información en la sección de Sociedad. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local de Madrid, subjefa en 'El País Semanal' y en la sección de Gente y Estilo donde formó parte del equipo de columnistas. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_