Desmembración de Ucrania

El anuncio de la futura proclamación unilateral de independencia de la región ucrania de Donetsk, bajo control de rebeldes prorrusos, es la demostración de que Moscú no ha detenido su táctica de desmembración de Ucrania. Esta comenzó cuando, a principios de esta década, Kiev decidió, en el ejercicio de su soberanía, acercarse a la Unión Europea y negociar un Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con Bruselas.

El que el jefe de los separatistas prorrusos, Alexandr Zajárchenko, haya rebuscado en el armario de la historia el nombre de Malaia Rossia (Pequeña Rusia) —con unas fronteras que además no coinciden con las de la actual Ucrania— subraya una voluntad clara de destruir el Estado ucranio tal y como está reconocido por la comunidad internacional desde su independencia en diciembre de 1991.

Ucrania es un país europeo que ha visto cómo un territorio suyo, Crimea, ha sido invadido militarmente y anexionado ilegalmente mediante un referéndum ilegal y no reconocido. Y tiene además otro notable porcentaje de su territorio bajo el control de diversas milicias prorrusas sostenidas financiera y militarmente por Moscú y que son responsables del derribo de un avión civil de pasajeros que provocó 298 muertes. Se trata, pues, de un país que sufre una agresión militar directa de una potencia, Rusia, que quiere reinstaurar su área de influencia por la fuerza y que no duda en limitar la soberanía y amputar el territorio de los que se opongan a sus designios.

Y sin embargo Kiev está respetando escrupulosamente el llamado proceso de Minsk, en el que Francia, Alemania y la OSCE impulsan una solución dialogada que reintegre a la soberanía ucrania los territorios sublevados de Donetsk y Lugansk. Pero la evidencia muestra que Moscú —que de devolver Crimea no quiere ni hablar— no quiere colaborar. Europa ya impuso unas duras y efectivas sanciones a Moscú por Ucrania. Puede incrementarlas.