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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Secesión o corrupción

El nuevo consejero de la Presidència de la Generalitat, Jordi Turull, protagoniza un amago ridículo de rebelión contra la Justicia

Jordi Turull, consejero de la presidencia de la Generalitat
Jordi Turull, consejero de la presidencia de la Generalitat

El nuevo consejero de la Presidència de la Generalitat, Jordi Turull, protagonizó ayer un amago de rebelión contra la Justicia del todo ridículo, pero no por ello menos inquietante. La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, franqueó sus instalaciones a la Guardia Civil, como era su obligación. Actuaba esta en funciones de policía judicial al servicio del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para investigar la presunta implicación de Germà Gordó (parlamentario y exconsejero de Artur Mas y exjefe del aparato de su partido), en la supuesta financiación ilegal de Convergència con obras de la Generalitat: el conocido como “caso del 3%”.

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Por el contrario, Turull recluyó a los agentes en una salita de espera junto a las cocheras de la sede del Govern (aunque les proporcionó los papeles de los que dijo disponer), para aparentar, según aseguró su servicio de prensa, que impedía el acceso a la Guardia Civil a la sede del Govern. Escenificaba así un amago de rebelión contra el Estado con pretendidos tintes de resistencia independentista.

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Así lo leyeron las redes sociales neoconvergentes y así lo propaló su colega el consejero Josep Rull, que aplaudió tanto arrojo en defensa de la “dignidad institucional”. Por la boca convergente muere el pez de la ocultación de la corrupción, dando pábulo a interpretaciones del procés separatista como un truco para tapar la sustracción (o desvío a Convergència) de dinero público. O para conseguir la inmunidad de sus dirigentes más sospechosos de corrupción, empezando por el expresidente Jordi Pujol i Soley y toda su familia.

La reciente remodelación-purga del Gobierno de Carles Puigdemont ha encumbrado a Turull, equiparándolo a Rull, y ha servido para ascender a portavoz parlamentario a Lluís Corominas. Los premios a estos tres dirigentes ni son gratuitos ni ajenos al intento de minimizar la incómoda realidad judicial que revela, frente al España nos roba, un relato alternativo: Convergència nos roba. Los tres fueron guardia pretoriana del ex-secretario general del partido con Mas, Oriol Pujol i Ferrusola, que acaba de reconocer haber perpetrado delitos de tráfico de influencias, cohecho y falsedad documental delinquiendo con concesiones públicas de las ITV.

Turull, Rull y Corominas se repartieron las competencias de Oriol Pujol cuando este debió dimitir. Pero le flanquearon en un plante ante los juzgados, perjuraron su (falsa) inocencia y echan balones fuera sobre la podredumbre del partido. Su heroicidad secesionista es forzada. La dignidad de las instituciones se defiende dejando actuar a la Justicia, no encubriendo la corrupción.

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