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Desde que el mundo es mundo y, sobre todo, desde que el <i>Homo sapiens</i> es más o menos espabilado en cada era el ser humano ha tenido sus preocupaciones vitales. En las cavernas tener antílope para cenar o ser la cena de una manada de leones. Con los Reyes Católicos si lo de Colón sería realmente un viaje de ida y regreso como él prometía o si caerían por un abismo infinito con carabela y todo… Antes se preguntaba a hechiceros, magos y nigromantes. La televisión nocturna trajo a la Pitonisa Lola y a toda la pléyade de adivinos catódicos. En nuestros días <a href="https://elpais.com/tag/google/a" target="_blank"><b>Google</b></a> se ha convertido en esa especie de oráculo de Delfos (y gratuito) al que se consulta en la intimidad las angustias existenciales en busca de respuestas que aplaquen congojas tan vitales como la calvicie o la impotencia. Pasen y lean sin miedo. Nadie les reprochará que en algún epígrafe se sientan más identificados.
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Diga su edad y Google responderá qué le lleva por la calle de la amargura

Buceamos por las dudas que los internautas escriben en ese buscador. La virginidad y la necesidad de pareja copan los primeros puestos.

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