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Columna
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Legitimando a Podemos

Francesc de Carreras
Pedro Sánchez y Cristina Narbona durante un encuentro esta mañana en Ferraz.
Pedro Sánchez y Cristina Narbona durante un encuentro esta mañana en Ferraz.Emilio Naranjo (EFE)

El giro político que Pedro Sánchez quiere imprimir al PSOE me recuerda la misma maniobra que el PSC llevó a cabo tras las elecciones autonómicas catalanas de 1999. En efecto, en aquellos comicios, el PSC obtuvo más votos que CiU pero esta fue ganadora en escaños. Así Pujol, con el apoyo parlamentario del PP, no lo olvidemos, fue elegido presidente.

Tras este resultado, la reacción socialista fue acercarse a ERC porque consideraba que también era un partido de izquierdas, no un partido nacionalista. Resultado de todo ello fue un acuerdo con los republicanos para reformar el Estatuto de 1979 y formar grupo propio en el Senado. Desde el 2000 al 2003, se empezó a fraguar el antecedente inmediato de la actual situación catalana: los socialistas legitimaron a ERC, un partido independentista, como partido de gobierno y, además confiaron en él para reformar el estatuto vigente. CiU, en su puja con Esquerra para demostrar quien era nacionalista de verdad, propuso que era necesario un nuevo Estatuto, como así fue.

Es decir, por razones tácticas de partido, primero los socialistas y después los convergentes, iniciaron una carrera para aprobar un nuevo estatuto que nadie pedía. Los intereses de partido se impusieron a los intereses generales.

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Pues bien, ahora el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, para demostrar que es de izquierdas, quiere acercarse a Podemos. “Somos la izquierda”, proclama una gran pancarta tras la mesa presidencial. En el fondo, algo acomplejadamente, se insinúa “somos la izquierda porque nos acercamos a Podemos”. Con lo cual, en conclusión, la izquierda, la de verdad, es Podemos y lo que nos da marchamo de izquierdas a los socialistas es ir junto a ellos para derrotar al PP.

Las derivadas últimas de esta lógica son, primera, que Podemos ya no es un partido populista sino un partido de izquierdas con el cual se puede gobernar; y, segunda, el viejo PSOE, el de Felipe, Solana y Rubalcaba, últimamente el de Javier Fernández y Susana Díez, se había derechizado y había dejado de ser de izquierdas.

A veces, las maniobras tácticas dan buenos frutos inmediatos – Maragall y Montilla fueron presidentes de la Generalitat – pero a la larga resultan letales. El PP de Aznar hizo presidente a Pujol en 1999 porque ambos eran de “derechas”, Maragall formó gobierno con ERC porque ambos eran de “izquierdas”. Resultó que CiU y ERC eran, por encima de todo, nacionalistas. Hoy tanto el PSC como CiU son partidos en decadencia mientras ERC es el triunfador.

Que no le pase lo mismo al nuevo PSOE con Podemos: lo están legitimando como la izquierda auténtica y, entre lo verdadero y la copia, los votantes, véase el caso de ERC, nunca confían en la copia.

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