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¿Se está abusando de las cesáreas?

No hay justificación alguna para que haya tasas de estas intervenciones superiores al 10%. La OMS insiste en que debe hacerse solo en las mujeres que lo necesiten

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Las operaciones por cesárea son el procedimiento quirúrgico más frecuente en el mundo. Su indicación se justifica para tratar las complicaciones del embarazo y del parto que pueden suponer un peligro para la vida de la embarazada y de su bebé. No obstante, este procedimiento no está exento de riesgos y, si se realiza de forma innecesaria, además de no brindar ningún beneficio, aumenta las posibilidades de complicaciones tanto para la madre como para el recién nacido. Por todo ello su práctica debe ser justificada.

“No hay justificación alguna para que haya tasas de cesáreas superiores al 10% o 15%”. Esta fue la conclusión a la que llegó hace tres décadas un panel de expertos en salud reproductiva en una reunión organizada por la Organización Mundial de la Salud en Brasil. Sin embargo, el número de cesáreas practicadas no ha cesado de crecer en todo el mundo y en América Latina y el Caribe está llegando a cotas intolerables.

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En el ámbito de la Unión Europea, en España el 25% de los nacimientos se producen por cesárea; Finlandia lidera las posiciones inferiores con una tasa del 15% mientras que en Italia el 35% de los partos se realizan con esta técnica. América Latina tiene uno de los porcentajes de cesáreas más altos del mundo y destacan los casos de República Dominicana (60,6%) o Argentina (43,1%). Aunque actualmente no existe un umbral que defina cuál es el porcentaje aceptable de partos por cesárea en relación al total de partos y se hace hincapié en que lo fundamental no es alcanzar una tasa determinada sino salvar vidas, los datos más recientes indican un abuso en la práctica de este procedimiento.

Existen muchos factores que determinan esta tendencia: conveniencia profesional, deseo de las madres de tener cierta predictibilidad en el parto, temor a complicaciones sobrevenidas, sobre-medicalización del nacimiento, evidenciar cierta posición social o lo que en inglés se conoce como ser “too posh to push”, que en español se traduciría como ser “muy pija para empujar”. Además, en el caso de México, donde esta práctica puede alcanzar una tasa media del 48%, un estudio puso de manifiesto que se producen muchos más nacimientos por cesárea en la sanidad privada, más del 58%, que en las instituciones públicas orientadas hacia la población más vulnerable, donde el porcentaje es del 35%.

Múltiples estudios señalan que para reducir las cesáreas hay que actuar en aspectos diversos tanto desde el lado de la oferta como del de la demanda. Así, es fundamental mejorar la información que se da a las embarazadas para que puedan participar en la decisión final. En muchas ocasiones, el desconocimiento de los beneficios del trabajo de parto en la fase de expulsión o el deseo de evitar preocupaciones e incertidumbres pueden llevar a decisiones erróneas. Con relación al personal sanitario, es imperante un mejor entrenamiento para mejorar su desempeño al indicar la cirugía y para atender una variedad de escenarios de parto vaginal, tales como antecedentes de cesárea o trabajos de parto prolongados.

Idealmente, las cesáreas deben realizarse sólo cuando son necesarias por razones médicas. Según la OMS, debe hacerse todo lo posible para realizar cesáreas únicamente a las mujeres que lo necesiten más que intentar alcanzar una tasa determinada cuyas consecuencias pueden ser negativas. La OMS ha venido publicando criterios y herramientas para mejorar la toma de decisiones y establecer referentes locales y ha señalado que tasas superiores al 10% de cesáreas no están asociadas con una reducción en las tasas de mortalidad materna y neonatal. Insiste en la eficacia de las cesáreas para salvar la vida de las madres y los neonatos cuando son estrictamente necesarias por motivos médicos pero alerta de las complicaciones que pueden implicar, especialmente cuando se practican en lugares que carecen de instalaciones o capacidad para realizar cirugías de forma segura y para hacer frente a las complicaciones quirúrgicas.

Ricardo Pérez es médico y especialista senior en salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

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