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El Senado brasileño estudiará ilegalizar el ‘funky’

Una iniciativa popular obliga a debatir sobre ese tipo de música con Romário de instructor

Tom C. Avendaño
Fiesta del Funk en el Planet Hollywood de Río de Janeiro.
Fiesta del Funk en el Planet Hollywood de Río de Janeiro. ANDRE VIEIRA / GETTY IMAGES

La ley brasileña permite que cualquier idea capaz de reunir 20.000 apoyos en menos de cuatro meses sea, como mínimo, debatida en el Senado. Lo que no preveían los estatutos era que por esta rendija se colase una historia como la que ha propiciado una propuesta ciudadana de ilegalizar el funky, el popular tipo de música que, más que por su sonido, se define por su actitud desafiante y el hecho de que suena en favelas. Es, en otras palabras, música “de pobres” en un país marcado por la desigualdad. También es música de gran éxito, para disgusto de muchos en las clases altas.

El responsable de instruir la causa es Romário, quien en los noventa fuese futbolista en el Barça de Johan Cruyff, y hoy senador por el Partido Socialista Brasileño. Quizá como era esperar de él, que en 1994 discutió con Cruyff por la cantidad de veces que salía de fiesta y zanjó la cuestión con la famosa frase “Si no salgo, no meto goles”, el senador ya ha adelantado que él votará contra la propuesta en el debate.

A esa sesión parlamentaria, aún sin fecha, se ha invitado a una serie de expertos en la materia. Por ejemplo Anitta, el mayor fenómeno musical de los últimos años en Brasil, precisamente funky. La colorida comisión, una auténtica metáfora de lo jaranero que puede ser el país fuera de las instituciones, comprende también una veterana, Valesca Popozuda (siendo popo traducible como trasero) y una icono comercial, Nego do Borel, de relativa fama en los últimos años.

La mano que creó la propuesta está en el extremo opuesto de este grupo. Se trata de Marcelo Alonso, un diseñador web que en su página de Facebook explica, entre memes homófobos e islamófobos, que el funky es “un crimen contra la salud pública” y que la idea de ilegalizarlo no surge de él sino que es “la voluntad del pueblo”. No es motivo de alegría que ese espíritu elitista haya reunido 20.000 firmas tan rápido. Pero ahora que la propuesta se las verá con iconos de las favelas y un exfutbolista internacional, ha logrado una de las historias más brasileñas en años.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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