Las fructíferas prácticas de Léa y Eric
Profesionales africanos mejoran el Centro de Cooperación con África de la Cruz Roja en Canarias
“No es un curso, son unas prácticas”; precisa Léa Balima (Uagadugú, Burkina Faso, 1978). Habla con firmeza pero en un tono suave, sentada en una terraza de la capital grancanaria que siestea a la sombra. Balima se pliega dentro de los límites de un traje de paño que le dibuja la sólida figura. Porta gafas, se trenza el pelo y carga una mochila al hombro. Es la responsable de comunicación de Cruz Roja en su país y lleva tres meses escribiendo publicaciones para la página Facebook del Centro de Cooperación con África de la Cruz Roja, situado en el Puerto de Las Palmas de Gran Canaria. “Cuando llegué, creé un boletín electrónico en francés que se traduce al español”, prosigue. “Compartimos con los países africanos información sobre el centro y también permite a los españoles conocer las actividades que la Cruz Roja lleva a cabo en África. Ésa es la dinámica de la cooperación”.
Junto a Léa se sienta Eric Diarra (Abiyán, Costa de Marfil, 1981), responsable de Logística para la Cruz Roja de Costa de Marfil. Un hombre largo, de cabeza rasurada y barba breve, en vaqueros y camiseta, enganchado a su móvil y a una especialidad local: el leche y leche que pide, en español impecable, nada más sentarse en una silla metálica. También está en Canarias desde marzo, haciendo prácticas en el Centro Logístico de Ayuda Humanitaria de Canarias.
“Para mí, como responsable de la logística en un país africano, es una oportunidad ver cómo el material de urgencias y ayuda es almacenado y posicionado aquí”, señala él. “Es importante saber cómo llega a nuestros países y se distribuye cuando hay una urgencia y lo recibimos. Pero ver esta parte del circuito, conocer este centro, es interesante”. Eric explica que todos siguen los mismos procedimientos de trabajo en su organización y que comparten programas informáticos parecidos para realizar inventarios y el seguimiento del material. Pero luego están las particularidades de cada país: Costa de Marfil carece de depósito, por ejemplo, porque la Cruz Roja marfileña no tiene medios financieros para mantenerlo. “Aquí sí hay y se trabaja la gestión de las existencias, cómo mantenerlas en buen estado,… son cosas que no tenemos y que es interesante aprender”, concluye.
Léa Balima señala que la Cruz Roja burkinesa cuenta con 200 profesionales asalariados y al menos 3.000 voluntarios que les apoyan sobre el terreno. También explica que han preparado a unos 70.000 voluntarios en el país, con cursos de primeros auxilios y formaciones para situaciones de crisis, habilitándoles para que puedan intervenir en favor de sus comunidades en caso de urgencia. “Hay empresas que nos piden una semana de formación para su personal en primeros auxilios”, cuenta ella. “No sabemos nunca cuándo puede llegar un problema y es bueno tener un equipo preparado en el seno de la empresa para poder hacer los primeros auxilios mientras esperan la llega de los bomberos o el personal sanitario profesional. Cuando una persona hace uno de estos cursos, contribuye a salvar la vida de otra persona”.
Eric señala, por su parte, que la Cruz Roja marfileña ha acometido el proceso de cribar la lista de voluntarios (unos 12.000) para saber con qué apoyo puede contar realmente en caso de necesidad. “Hemos creado una aplicación móvil para la movilización de recursos y la difusión de información sobre lo que hacemos, los proyectos que realizamos”, continúa. “Tenemos una parte de la aplicación en la que te puedes inscribir online como voluntario y te dirigen a un comité local o puedes enviar donativos a través de un sistema seguro. Difundimos información en tiempo real, cuando hay una epidemia o en caso de inundaciones. Todas nuestras actividades sobre el terreno están actualizadas”.
Eric precisa que, el día de su lanzamiento, esta aplicación consiguió 2.000 abonados, éxito que atribuye a la implicación del gobierno de Costa de Marfil en la puesta en marcha del proyecto. “Estas aplicaciones facilitan la comunicación con la población”, dice. “Estamos intentando lograr nuestra descentralización y desarrollar institucionalmente nuestra sociedad nacional. La administración marfileña está entrando en la era numérica y nosotros debemos seguir esa tendencia también”.
La prioridad de la Cruz Roja de Costa de Marfil en este momento es, según Eric Diarra, estar más próximos a la población y ser más operativos. “Acabamos de salir de una crisis político-militar y es necesario restablecer la confianza con las autoridades y la población”, apunta, con seriedad.
Autosuficiencia
Eric Diarra y Léa Balima opinan que el principal reto de la Cruz Roja en sus países es la autosuficiencia financiera.
“El gran desafío son los recursos”, observa Léa. “La crisis financiera en Europa ha debilitado el apoyo de las sociedades nacionales europeas a sus hermanas en África y en el seno de sociedades nacionales como la de Burkina, trabajamos para desarrollar nuestros propios recursos”. Sin embargo, todavía hay esperanza para la colaboración entre sociedades nacionales europeas y africanas. La de Mónaco ha deslocalizado el pabellón del Principado de Mónaco en la Expo de Milán de 2015 para instalarlo a 15 kilómetros de Uagadugú, en un terreno de la Cruz Roja de Burkina en Loumbila. El pabellón se inaugurará en noviembre, ahora como complejo hotelero que la sociedad nacional burkinesa va a gestionar para obtener recursos que les permitan financiar sus actividades humanitarias. También será un centro de formación ecoturística y en el sector de la restauración y se dedicará a la experimentación en materia de seguridad alimentaria.
Centro logístico de Cruz Roja en Canarias, enlace humanitario tricontinental
Benjamine Budiman (Lyon, Francia, 1985) aterrizó en Gran Canaria en el año 2007 con intención de aprender español. Voluntaria de la Cruz Roja en su tierra natal, llegó a España con un título en Comercio Exterior bajo el brazo y sin saber que, al poco tiempo, sería contratada como técnica de cooperación y se dedicaría a preparar envíos de asistencia humanitaria de emergencia para todo el mundo desde el Centro Logístico de Ayuda Humanitaria de la Cruz Roja en el Puerto de Las Palmas.
El centro donde trabaja Benjamine Budiman funciona desde 2009, con una media de 10 envíos al año, y se coordina con los otros tres centros logísticos de la Cruz Roja que existen en el planeta: Panamá, Kuala Lumpur y Dubai. A su lado, en unas enormes naves que miran hacia el Atlántico, se sitúan las instalaciones del centro logístico del Programa Mundial de Alimentos. El puerto de la capital grancanaria servirá de base también a USAID y pretende ofrecerse a más agencias humanitarias y ONG que quieran aprovechar su cercanía al continente africano.
“Tendremos agricultura experimental en cooperación con otras dos asociaciones”, precisa Léa. “El proyecto está junto a la presa de Loumbila, lo que va a permitir generar recursos a la población local y desarrollar la zona. Tenemos que montar iniciativas de este tipo para conseguir financiación y para animar a nuestros conciudadanos para que movilicen recursos para apoyarnos”.
La Cruz Roja de Costa de Marfil, por su parte, tiene varios programas con sociedades nacionales hermanas europeas. La holandesa les financia un proyecto en el oeste del país que se está trasladando al centro y norte y tiene una trayectoria de unos seis años. La Cruz Roja de Mónaco ha trabajado en el centro del país, en temas de saneamiento. La francesa se centra en temas de juventud, con un fondo para el desarrollo de actividades en el este del país desde hace unos cuatro años. La sueca tiene un proyecto denominado Cross Border en la frontera de Liberia, que contribuye a garantizar los medios de subsistencia de la población.
El gobierno marfileño, a través del Ministerio de la Salud y el de Educación Nacional, coopera también con la Cruz Roja de Costa de Marfil. “Han metido, por ejemplo, el derecho humanitario en el programa escolar”, dice Eric. “Antes teníamos educación cívica, pero ahora se ha incluido el derecho humanitario en un capítulo del manual escolar. También queremos meter el socorrismo en el currículo escolar. Queremos que los niños aprendan primeros auxilios en el colegio. De momento, formamos a instructores y profesores para que exista una base”.
Las situaciones de ambos países, vecinos además, señalan hacia prioridades comunes y divergentes. En el caso marfileño, la emergencia económica prevista para 2020 y que coincide con las próximas elecciones presidenciales. “Con todo lo que sabemos y lo que ha pasado, esperamos que se desarrollen en paz”, desea Eric. En el caso burkinés, la seguridad es lo que inquieta a Léa. “Con el cambio de régimen, la situación es más calma, aunque haya violencia esporádica”, detalla ella. “Pero vivimos el mismo problema que toda la región de África occidental: el terrorismo. Políticamente, podemos decir que el país es estable, pero en el ámbito de la seguridad es más complicado, aunque no hay una situación específica en Burkina diferente al conjunto de la subregión”. Léa aduce que los ataques de grupos extremistas dificultan el trabajo sobre el terreno y les fuerzan a reducir las salidas de equipos, especialmente en la región de Sahel.
Gran parte del trabajo de las sociedades nacionales de la Cruz Roja en África se concentra en desarrollo comunitario
El día a día de la Cruz Roja en África occidental no es demasiado "extravagante". Eric Diarra explica sus labores cotidianas con sencillez: la gente va a los campos a trabajar y cuando hay accidentes, los primeros auxilios no son siempre fiables, por ejemplo. “Hay que enseñar buenas prácticas”, señala. “También en higiene en las escuelas, donde a veces no hay letrinas. Sensibilizamos a los alumnos en estas cuestiones, como lavarse las manos por ejemplo, porque eso va a evitar enfermedades como la diarrea. Hay pueblos donde la gente hace sus necesidades al aire libre y se les ayuda a poner fin a prácticas poco higiénicas con los útiles que tienen a mano, se les explica cómo construir letrinas, etc”.
Al lado de esas labores menos glamurosas hay otras que se escriben con letras mayúsculas: salvar vidas, reducir el riesgo de catástrofe, proteger los medios de subsistencia de la población y reforzar su resiliencia y promover la integración social, la cultura de la no violencia y la paz. A Eric se le pone seria la expresión cuando toca la inmigración clandestina, un dominio en el que la Cruz Roja de Costa de Marfil también se moja.
Costa de Marfil alberga a un número considerable de personas que planean viajar, de manera ilegal, hacia el norte: un informe reciente de las autoridades italianas sitúa a los marfileños, a pesar de la paz y el crecimiento económico del país, a la cabeza de los grupos nacionales africanos candidatos a la inmigración a través del Mediterráneo. La Cruz Roja del país se empeña en la sensibilización de los candidatos a la inmigración irregular a través de los medios de comunicación. “Sabemos de dónde proceden la mayoría de los inmigrantes marfileños y dónde reforzar esas campañas de sensibilización para que no se lancen a esta peligrosa aventura”, concluye Eric.
Desarrollo y resiliencia
La seguridad alimentaria, el acceso al agua potable, la higiene y el saneamiento, la protección de la infancia y la salud comunitaria son prioridades de la Cruz Roja de Burkina Faso. Además, están la sensibilización, la difusión del papel humanitario de Cruz Roja y la educación humanitaria a nivel de país.
La lista de actividades que desgrana Léa Balima es casi infinita. “No trabajamos sólo en el marco de las urgencias: también lo hacemos para el desarrollo y para reforzar la resiliencia de las comunidades”, subraya. “La mayor parte de nuestras actividades se concentran hoy en día en eso: desarrollo comunitario”.
La Cruz Roja burkinesa lucha hoy contra el cambio climático con proyectos que reforestación que sacan adelante de la mano de diferentes comunidades y que intentan frenar ese fenómeno. También hay actividades para el reciclaje, con la recolección de bolsas de plástico y su reutilización.
Léa señala que tratan de acompañar a la población para que pueda enfrentarse a ciertos choques, e igualmente permitirle la autosuficiencia desde el punto de vista alimentario. "Les apoyamos para la producción de legumbres, cereales y tubérculos que pueden consumir y vender en parte para obtener recursos”, dice. También les ayudan a cuidar de sus rebaños con campañas de vacunación gratuitas y reparto de productos para desparasitar el ganado. Y diseñan proyectos de apoyo a mujeres que elaboran manteca de karité, que pueden consumir en parte y vender en otra parte, “lo que les permite llegar a alimentar a sus familias y pagar las tasas de escolarización de sus hijos”.
“Si tomas el sector del agua, la higiene y el saneamiento, tenemos proyectos para ayudar a la comunidad a beber agua potable”, prosigue Léa. “Porque puedes tener zonas pobladas que están muy alejadas de los puntos donde hay agua y las mujeres deben recorrer kilómetros para tener acceso a ella. Así que la Cruz Roja ha excavado pozos y establecido puntos donde hay agua potable, además de sensibilizar a las comunidades sobre cómo utilizarla y cómo mantenerla limpia”.
También lucha contra la defecación al aire libre, ayudando a las comunidades a construir letrinas e instruyendo a los niños a través del proyecto Wash École. “Hay todo un paquete de actividades en la Wash École: sensiblización en higiene, en lavado de manos, cómo mantenerse limpios”, enumera. “También se está tomando en cuenta la gestión de la higiene menstrual para las chicas. Hay algunas que, por miedo o vergüenza, no hablan del tema en la escuela y los voluntarios hacen trabajo de sensibilización sobre higiene menstrual, qué es lo que hay que hacer cuando llega la regla. Son cosas que enseñamos en el colegio. Particularmente a las niñas, pero también a los chicos, porque un día ellos serán padres y hay que sensibilizarles en estas cuestiones”.
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