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El traje del mañana

El lío de la moda de hombre ha tenido una buena consecuencia: la vuelta de la elegancia flexible. Lo hemos visto en la semana de la moda de París

Daniel García López
Un instante del desfile parisino en el que Dries Van Noten presentó su colección de moda masculina para la primavera de 2018.
Un instante del desfile parisino en el que Dries Van Noten presentó su colección de moda masculina para la primavera de 2018.Getty

Si ha habido un avance en la moda masculina estos últimos años es que ya no basta con tener una colección de bonitos trajes para montar un desfile. Se pueden presentar trajes –los hombres los seguimos necesitando–, pero no pueden parecerse a los que ya existen en la planta de ropa formal de unos grandes almacenes. Los desfiles de primavera-verano 2018 de París, que empezaron el pasado martes, dibujan una nueva sastrería muy influida por las tendencias que llevan cristalizando los últimos dos años: la ropa deportiva, lo callejero y la huida de la elegancia convencional en su sentido más amplio.

Una de las propuestas de Lemaire para la primavera de 2018.
Una de las propuestas de Lemaire para la primavera de 2018.

La colección de Lemaire resume todo esto a la perfección. De primeras, el look es un cruce entre el David Bowie de la etapa Delgado Duque Blanco y una fantasía soviética de principios de los ochenta: pantalones de vestir altos y anchos con camisa amplia sin cuello; prendas deportivas con volumen y abrigos amplios y ligeros, todo, en precisos tonos de gris, azul marino, salmón o verde lavado. Mirado con detenimiento, estas prendas son muy parecidas a aquellas con las que este diseñador francés empezó a principios de los noventa. Lemaire, que ha diseñado para grandes firmas como Hermès y Lacoste pero abandonó su carrera en la gran industria (excepto su presente colaboración con Uniqlo) para dedicarse a su pequeña marca, ha tenido que esperar hasta ahora para que el resto del mundo entienda su idea limpia, casi jedi, de la elegancia masculina.

¿Sastrería y drapeados? Issey Miyake lleva décadas demostrando que esta alianza improbable es más que posible, y volvió a incidir en esta idea durante el desfile de la colección masculina de la firma para primavera/verano 2018.
¿Sastrería y drapeados? Issey Miyake lleva décadas demostrando que esta alianza improbable es más que posible, y volvió a incidir en esta idea durante el desfile de la colección masculina de la firma para primavera/verano 2018.

Algo parecido le ocurre a Issey Miyake, la firma japonesa que lleva 40 años mezclando oriente y occidente sin tópicos pero sin complejos, y de forma totalmente impermeable a cualquier influencia del exterior. Nadie le ha hecho mucho caso en lo que llevamos de siglo, pero la última emancipación de los hombres de los códigos clásicos ha permitido que Yusuke Takahashi, el nuevo diseñador de hombre de Miyake, presente su colección en un clima favorable: pantalones amplios pero recogidos a la altura del tobillo, tejidos arrugados y técnicos, chaquetas con pinzas profundas que crean volumen, americanas cruzadas y zapatillas futuristas de inspiración deportiva. Suena raro, pero el conjunto es una solvente idea del armario perfecto del hombre de 2017 (aunque en este caso sea 2018).

Sastrería desestructurada en la colección que Kim Jones, el director creativo de la línea masculina de Louis Vuitton, ha diseñado para la primavera de 2018.
Sastrería desestructurada en la colección que Kim Jones, el director creativo de la línea masculina de Louis Vuitton, ha diseñado para la primavera de 2018.

Incluso Louis Vuitton, capitaneado por el británico Kim Jones, tiene su propia versión del traje nuevo: en su caso, dentro de una colección inspirada en el viaje y el surf, es relajado, oversize, ejecutado en materiales ligeros y en ocasiones, con la espalda en un tejido distinto. El movimiento lo aportan los cortes (por ejemplo, en pantalones anchos cortados por debajo de la rodilla), pero también algunos sabios trucos de sastre, como prescindir de forros para que el tejido adquiera su propia forma.

Ninguna noción amable de belleza, función o proporción es aplicable a Balenciaga. El martes por la mañana, en una arboleda del Bois de Boulogne, desfiló su colección, un ejercicio de estilo deliberadamente vulgar, anodino e incluso feo. Modelos que no lo parecían paseaban con el parque con sus niños y bicicletas con vaqueros como los que encontrarías en el fondo de un cajón en casa de tus padres, chaquetas grandes cortadas con torpeza, camisas de rayas estilo Humana, polos gigantes de propaganda estampados con la palabra 'speedhunter' y estampados abstractos imposibles (o posibles: la última vez que los viste fue en las cortinas de una casa de alquiler en el verano de 1989). Cristóbal Balenciaga revolucionó la alta costura de los años cincuenta y su sucesor al frente de la casa, Demna Gvasalia, quiere derribar el edificio del buen gusto con una demolición por temporada.

Demna Gvasalia, el director creativo de Balenciaga, jugó al desconcierto durante su desfile masculino celebrado en el Bois de Boulogne.
Demna Gvasalia, el director creativo de Balenciaga, jugó al desconcierto durante su desfile masculino celebrado en el Bois de Boulogne.Getty

Aunque lo parezca, no hay nada intelectual en este rechazo a todo lo que huela a clasicismo, elegancia inteligible y demás clichés. El verano de 2018 del belga Dries Van Noten es delicadamente colorido (topo, verde oliva, amarillo pálido), pero más sobrio que de costumbre. Como Balenciaga, juguetea con lo rancio y hurga en lo anodino: el lugar del desfile fue la oficina enmoquetada y desierta donde estuvo la redacción del periódico Libération. ¿Se trataba una afirmación política? De una reacción a los grises tiempos que vivimos? No. La localicación surgió por casualidad pocos días antes del show y, además, Van Noten, cuando habla de ropa solo habla de eso, ropa. Él mismo lo explicaba después del show: "Partí del color. Quería trabajar con tonos sólidos porque se ven mejor los volúmenes y los detalles. Es un experimento en campos de color, estampados y cuadros. Solo eso".

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.

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