Cuando rendirse no es una opción
Tres atletas de elite explican su secreto para superar retos que parecían imposibles
En el año 2012, los médicos comunicaron al triatleta español José Luis García, alias Jota, que había perdido la visión para siempre. Una uveítis diagnosticada cuando era pequeño derivó en glaucoma inflamatorio, que finalmente le dejó ciego con 27 años. Al salir de la operación que no pudo salvarle los ojos, su familia se echó a llorar, pero él respondió a los médicos: "Está bien. Buscadme en los Juegos Paralímpicos de 2016, porque allí estaré de alguna forma". Y así fue.
A veces se trata más de una cuestión de actitud que de posibilidades y de superar retos, como propone la campaña #Gánate de Scholl. Jota sabía que necesitaba 35 pulsaciones por minuto o haberse dedicado toda la vida al deporte para superar un triatlón, y que era aún más difícil empezar a entrenar fundido a negro. "El primero que creyó que podría hacerlo fue mi amigo Mario, que vino a la semana de quedarme ciego con una cuerda enorme, que parecía de amarrar barcos y me dijo: "He estado viendo vídeos en Youtube y ya sé cómo corren los ciegos. Vas a correr conmigo". Y así empezó todo. En natación entrena sujeto a su guía a la altura del gemelo y en bici pedalea en tándem dejándose guiar por su compañero. "Cuando no puedes ver pierdes el miedo a todo. Porque con esfuerzo todo es posible", afirma Jota.
Mujeres sin límites
Como él, en Río 2016 también competía Ruth Beitia, otra deportista de elite española que en 2012 anunció su retirada con un sabor agridulce, al perder el bronce en salto de altura, a pesar de su impulso de dos metros.
“Me retiré después de los Juego Olímpicos de Londres y volví porque la vida me dio una segunda oportunidad. Comencé de nuevo a saltar y estos cinco últimos años han sido realmente un sueño hecho realidad”, cuenta Beitia.
Con 37 años consiguió la merecida medalla de oro y decidió que nunca volvería a plantearse una retirada. Seguiría compitiendo, “a sangre o a muerte”, hasta que el cuerpo aguante. “Con un material técnico bueno y de calidad a la hora de competir te da una seguridad en ti mismo increíble. Lo que te hace llegar es creer que puedes hacerlo”, confiesa la atleta.
Esa teoría o filosofía ha sido también demostrada por otra mujer imbatible, Bea García, la primera mujer diabética capaz de superar la prueba de ultra resistencia “4 Deserts”. Esta carrera consiste en atravesar los desiertos más duros del mundo, más de 250 kilómetros, en solitario en una semana.
El Gobi, Atacama, Sáhara y Antártida son escenarios de la dureza de una competición extrema donde la diabetes podría ser un impedimento. O no. En esos siete días, los deportistas deben llevar el material adecuado para evitar lesiones y comida suficiente en su mochila. Bea García añade estrictamente medida sus dosis de insulina diaria y los cuidados para mantener sus pies sin heridas. Sin miedo a que la enfermedad sea un impedimento.
“El hecho de ser diabética te afecta más a nivel de logística: tienes que pensar en esos kilómetros de una forma que otros competidores no piensan. Debemos cuidar muy bien los pies, por ejemplo, un material adecuado te aporta la seguridad para llegar a meta. Con talento puedes no llegar a meta: con esfuerzo siempre llegas”, asegura esta ultra deportista.
Jota, Ruth y Bea son el ejemplo tangible de que, con esfuerzo, casi cualquier cosa es posible. La clave de su éxito, aseguran, consiste en no aceptar un no por respuesta a sus propios límites, en seguir mejorando sus tiempos y resistencias.
Scholl apoya a estos deportistas a través de la campaña #Gánate. BuenaVida no se hace responsable ni comparte necesariamente las opiniones y/o datos expresados o difundidos a través de este artículo.
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