Giro a la izquierda
Un mismo partido, casi 40 años después, dos estrategias distintas
En el 28 Congreso del PSOE, celebrado en mayo de 1979, el 61% de los delegados votó a favor de mantener el marxismo, forzando así la dimisión de Felipe González, que dijo sentirse derrotado “moralmente” (también lo había sido electoralmente ante la UCD en las elecciones del año anterior). Un tal Pedro J. Ramírez, que por entonces escribía en ABC, escribió sobre la “derrota de la moderación en el PSOE” y alabó a González por pertenecer a esa “reducida categoría de políticos que anteponen la defensa de las propias convicciones a la ambición del poder por el poder”.
Sin embargo, desde dentro del PSOE, Pablo Castellanos, uno de los líderes, junto con Francisco Bustelo, de la rebelión contra González daba una explicación radicalmente contraria sobre lo allí acontecido. “No se trataba tanto de renunciar al marxismo”, decía Castellanos, “como de criticar el rumbo de hiperliderazgo, culto a la personalidad y mangoneo que se había instalado con el felipismo”. “González”, aseveraba Castellanos, “se había convertido en la alternativa de la izquierda en la transición borbónica que se estaba preparando”. Y concluía: “El gran fraude de la Transición era tener un partido de izquierdas que la legitimara”, es decir, el PSOE.
Once congresos después asistimos, con el puño en alto y el canto de La Internacional en la noche de la victoria de Pedro Sánchez, a la reemergencia del izquierdismo en el PSOE. El PSOE de la Transición quiso conquistar el centro para, desde ahí, succionar todo a su izquierda. Y los 23 diputados del PCE en 1979, pero sobre todo los 4 de 1982, demuestran que esa estrategia funcionó.
Ahora las cosas han cambiado y el PSOE de Sánchez intenta hacer exactamente lo contrario: virar hacia la izquierda para succionar a los votantes que se han ido a los herederos del PCE y luego, desde ahí, moverse hacia el centro. Un mismo partido, casi 40 años después, dos estrategias distintas. La primera logró 22 años de gobierno. La segunda tiene que demostrar su recorrido. En política, el éxito es la principal vara de medir. La palabra la tendrán en algún momento los votantes. Solo ellos confirmarán si la elección de los militantes del domingo fue acertada o errónea.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.