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Probablemente, la mejor pelea de James Bond fue esta de Roger Moore

Pertenece a la película 'Octopussy': pocas veces se ha visto dar mamporros de forma tan elegante. Un homenaje al actor, que ha fallecido hoy a los 89 años

'Octopussy', de 1983, fue la penúltima película de James Bond protaginizada por Roger Moore.
'Octopussy', de 1983, fue la penúltima película de James Bond protaginizada por Roger Moore.

Tenía ya 56 años cuando protagonizó esta escena. Y no, no es el pasaje más físico de la saga de James Bond. No hace falta. La película es Octopussy (1983), la número 13 de la saga James Bond y la sexta y penúltima que protagonizó Roger Moore (Londres, 1927), que ha fallecido hoy a los 89 años a causa de un cáncer. 

Todo arranca como le gusta al agente: en traje y en la cama. Hay una señorita, claro, la actriz sueca (y muy morena) Maud Adams, y unas armas poco convencionales, unas letales sierras voladoras en forma de círculo. Una gota de agua que proviene de las ruedas cae en la cara de Bond desde las alturas. Este grita "¡muévete!", y empieza todo. Una pena que lo primero que se destroce sea la preciosa sábana de seda.

Hay violencia sí, pero lo que hace grande a esta secuencia es la elegancia con la que se mueve Roger Moore. Se podría decir que interpreta una pieza de ballet. Los mamporros son efectivos, pero estéticos. Con la camisa gris que le deja el pecho al descubierto, Moore va dando cuenta de hasta tres enemigos aborígenes como si estuviese bailando El lago de los cisnes.

En un momento dado recibe la ayuda de Adams. Y hasta ese santerazo (o lo que sea con lo que golpea ella al malo) hace más memorable la escena. Hay un momento especialmente hilarante: cuando los dos huyen, ella pasa por encima de uno de los aborígenes. No en vano, se dice que Octopussy es la película de la saga que menos se toma en serio la mitología del agente. Es puro entretenimiento. Una etapa desenfadada que solo puede producir empatía.

Lo que hace esta película, dirigida por John Glen y con banda sonora del gran John Barry, es quitarle solemnidad al cine de acción. Todo es colorido, accesible para toda la familia, comercial en el buen sentido. Una especie de circo brillante y gozoso. A veces incluso ingenuo. 

La secuencia acaba con Bond peleándose en el agua con el último rival. Un cocodrilo se acerca y se suma a la lucha. A los tres cuerpos, enzarzados, se les traga el agua. Una música tenue anuncia que seguramente solo ha quedado el cocodrilo. ¡Ja!

Han paso exactamente dos minutos y medio de deliciosa pelea coreografiada...

Esta es la secuencia de la pelea:

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