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20 años sin Kurt Vonnegut, novelista clave del siglo XX

Autor de ‘Matadero Cinco’, destilaba un resignado fatalismo que le hizo referente de la contracultura

Kurt Vonnegut, tan elegante, en Beverly Hills, Los Ángeles, en 1990.
Kurt Vonnegut, tan elegante, en Beverly Hills, Los Ángeles, en 1990.Getty

La primera carta del volumen que reúne la correspondencia del escritor Kurt Vonnegut (Indianápolis, 1922-Nueva York, 2007) es para su padre. La escribe en 1945, recién liberado por el Ejército Rojo un año después de su captura por los nazis durante la Batalla de Las Ardenas. “En Nochebuena, la R.A.F [la fuerza aérea británica] bombardeó y ametralló nuestro tren, que no estaba identificado [según la Convención de Ginebra, los convoyes con prisioneros de guerra debían ir marcados]. Mataron a unos 150 de nosotros”, escribe.

“Los alemanes nos condujeron a través de duchas de agua muy caliente. Muchos hombres murieron por el shock después de 10 días de hambre, sed y frío. Pero no yo”. Meses más tarde llegaron los bombarderos aliados. “Sus labores combinadas mataron a 250.000 personas en 24 horas y destruyeron todo Dresde, posiblemente la ciudad más hermosa del mundo. Pero no a mí”. Tenía 22 años.

Esas líneas casi condensan el argumento de su obra más famosa, Matadero Cinco, que tardó 23 años en escribir. “Es muy difícil recordar lo que no tiene sentido”, dijo sobre esa tardanza. Usó recursos de la ciencia ficción para afrontar la experiencia que le marcó. Publicado en 1969, fue un éxito absoluto que le llevó a la depresión. El 11 de abril se cumplieron 20 años de su muerte. La fecha ha pasado desapercibida. Ya en 2007 el obituario de The New York Times hablaba de él como de un autor de otra era.

"Fueron sus novelas, clásicos de la contracultura, las que le convirtieron en un ídolo literario, especialmente para los estudiantes de los años sesenta y setenta", escribió 'The New York Times'

“Escribió teatro, ensayos y relatos. Pero fueron sus novelas, clásicos de la contracultura estadounidense, las que le convirtieron en un ídolo literario, especialmente para los estudiantes de los años sesenta y setenta”, decía The New York Times. Precursor del posmodernismo y heredero de Mark Twain, su obra, que se sirve de supuestos fantásticos para hablar de cuestiones realistas, está plagada de humor negro.

La existencia es un sinsentido que no podemos entender, solo sobrellevar con estoicismo. Sin alzar la voz enfrenta al lector al dolor que se ceba en los inocentes, víctimas de los juegos del poder. Como se lee en el epitafio de su alter ego, Kilgore Trout, un escritor de brillantes ideas y deplorable estilo: “La vida no es forma de tratar a un animal”. Vonnegut condensó su filosofía en el fatalismo de tres palabras que usa hasta 200 veces en Matadero Cinco: “so it goes”, “eso es así”. Todo lo que ya ha ocurrido es inevitable, porque ya ha ocurrido.

Sí, pesimista, pero visionario. Mire esto: Alex Jones es un presentador radiofónico que lleva dos décadas difundiendo teorías conspirativas (del tipo “tormentas inducidas por el gobierno”), uno de los referentes informativos de Trump. En abril, durante el juicio por la custodia de sus hijos, sus abogados alegaron que, en realidad, es un artista que interpreta un papel. El protagonista de Madre noche, ven (1961), Howard W. Campbell Jr., es un estadounidense criado en Alemania. Durante décadas ha sido un furibundo propagandista nazi. Él asegura que todo era apariencia, que fue captado por el espionaje aliado y en sus discursos radiados, llenos de odio, incluía mensajes secretos. Pero nadie corrobora su historia. En realidad, explica Vonnegut, da igual. Difícilmente el bien que presuntamente logró podría igualar el daño real que causó. Espía o no, creó tantos nazis como Hitler. Eso es así.

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