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Abracadabra, cerebro

El ilusionista Houdini, en 1918, durante la actuación en el hipódromo de Nueva York en la que hizo desaparecer a la elefanta Jennie.
El ilusionista Houdini, en 1918, durante la actuación en el hipódromo de Nueva York en la que hizo desaparecer a la elefanta Jennie. White Studio

APOLLO ROBBINS es considerado uno de los carteristas más hábiles del mundo, capaz de birlarle a uno cualquier cosa con tal rapidez que es imposible cazarle con la vista. Pero no es un ladrón. Es uno de los magos más famosos de Estados Unidos. Uno de sus juegos de manos más sencillos: trastear con una moneda con los dedos de su mano izquierda y cogerla con la derecha. Abre esa mano y la moneda se ha desvanecido. Sabemos que es un truco, pero no conseguimos pillarlo. La española Susana Martínez-Conde, directora del laboratorio de Neurociencia Integrada de la Universidad Estatal de Nueva York, se propuso averiguarlo. Colocó a siete personas en su laboratorio frente a una pantalla donde se proyectaba un vídeo en el que Robbins ejecutaba el truco y grabó sus movimientos oculares. “Robbins había observado que al quitarle algo a alguien su atención se desviaba de forma distinta dependiendo de si el movimiento de su mano era curvo o rectilíneo”.

Los resultados mostraron, por ejemplo, que cuando Robbins sustraía la moneda y ejecutaba un movimiento recto en el aire con su mano derecha (que no tenía la moneda), las pupilas de los observadores fijaban su atención al principio y al final del movimiento, pero en medio de la trayectoria prácticamente “eran ciegos”, dice esta investigadora. El cerebro se encarga de “rellenar el hueco”. Los voluntarios volvían a fijarse después de realizado el truco en la mano izquierda (que sí tenía la moneda).

Los magos saben cómo engañarnos usando trucos ópticos, la iluminación y el manejo del color.

El trabajo de Martínez-Conde, coautora de Los engaños de la mente (Booket, 2013), y su equipo, publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience, inauguró un nuevo campo, la neuromagia, que investiga la manera en la que los magos profesionales se aprovechan de una facultad tan desconocida y habitual del cerebro humano: su capacidad para engañarnos continuamente. Por el método del ensayo y error, averiguan qué trucos funcionan y desechan los que no.

Que el cerebro nos engaña no tiene por qué ser una desventaja, según esta experta. Aunque el asunto les venga de fábula a los magos. No hay una zona especial de la corteza cerebral donde se procesen las ilusiones logrando que parezcan verdaderas. Para crear esta nueva especialidad científica, mezcla de neurociencia y arte, Martínez-Conde y los suyos iniciaron hace más de 10 años una colaboración con algunos de los mejores magos, especialmente James Randi, la pareja formada por Pen & Teller, Mac King o el Gran Tomsoni, en la capital mundial de la magia, Las Vegas, con objeto de llevar su trabajo al laboratorio.

Aunque el más famoso de todos ellos sigue siendo Harry Houdini, en opinión de Miguel Ángel Delgado, comisario de la exposición Houdini. Las leyes del asombro, de la sede madrileña de la Fundación Telefónica (hasta el próximo 28 de mayo). Houdini dejó boquiabierto al público en el hipódromo de Nueva York en 1918 al lograr la desaparición de Jennie, una elefanta de 2,7 toneladas. “La tapaba con una cortina, disparaba al aire, caía la cortina y el animal desaparecía”, explica Delgado. Los magos saben cómo engañarnos usando trucos ópticos, la iluminación y el manejo del color. Nadie mejor que ellos a la hora de lograr que nuestro cerebro trabaje a su favor, y Houdini lo tenía muy claro. Delgado concluye con una de las citas del inventor del escapismo: “Lo que los ojos ven y lo que los oídos oyen es lo que la gente cree”.

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