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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un recorte ‘silencioso’ de 25.000 millones

O Hacienda no sabe calcular los ingresos presupuestarios o utiliza las previsiones de recaudación a bulto, para cuadrar el déficit

Jesús Mota
Santiago Menéndez, director de la Agencia Tributaria
Santiago Menéndez, director de la Agencia TributariaULY MARTIN

Quien esté interesado en sumergirse en el caos y la confusión absoluta —pero interesada— solo tiene que vagar por el presupuesto de ingresos del Estado. En esas cuentas campan por sus respetos la inepcia y la imprevisión, hasta el punto de que al final del viaje parece lícito preguntarse si las previsiones de ingresos fiscales sirven para algo. Unas sencillas sumas y restas en las que se comparan las cantidades de ingresos presupuestadas con las realmente conseguidas nos ilustrarán dolorosamente sobre el desorden fiscal español, un kit de maquillaje tan tóxico como vistoso. Panorama general: entre 2008 y 2016 se han recaudado 99.909 millones menos de lo presupuestado inicialmente; entre 2008 y 2011 la diferencia entre lo previsto y lo conseguido fue de 74.601 millones, mientras que entre 2012 y 2016 suma 25.309 millones. El desvío a la baja en el periodo 2008-2011 puede explicarse por la abismal caída de la recaudación provocada por la depresión de 2007.

Una interpretación benigna concluiría que los equipos políticos de Hacienda, sean del signo que sean, están incapacitados para calcular razonablemente bien los ingresos tributarios del Presupuesto. Una menos benigna diría que se presupuestan los ingresos a bulto; se fija el gasto y de ingreso se pone lo que sea necesario para cuadrar el déficit. Pero equivocarse groseramente en la recaudación tiene consecuencias. Implica que para cumplir con el déficit no solo hay que reducir el gesto en lo que esté previsto, sino añadir a esa reducción la cantidad adicional necesaria para cubrir lo que no se ha conseguido vía ingresos. Concretamente los españoles han tenido que soportar un recorte añadido de unos 25.000 millones entre 2012 y 2016 para compensar lo que no se ha conseguido recaudar. Es un recorte silencioso y descomunal que pagan los contribuyentes en forma de peor sanidad, peor educación y menos protección social de lo que resultaría de un ajuste con cálculo correcto de recaudación.

Es muy significativo el error de predicción en el Impuesto de Sociedades; en los últimos tres años la desviación acumulada del impuesto (a la baja) ha sido de 9.700 millones. Mientras otros impuestos, como el IRPF o el IVA, han recuperado el nivel recaudatorio previo a la crisis, Sociedades siga muy por debajo (44.823 millones ingresados en 2007 por 21.678 millones en 2016). Si Renta e IVA recaudan como en 2007 ¿por qué Sociedades continúa con ingresos deprimidos, a pesar de que los beneficios de las empresas se han recuperado ostensiblemente? Pues por dos razones. La primera es que las sociedades siguen beneficiándose de los créditos fiscales obtenidos durante la crisis. Este beneficio es el que ha llevado a la Hacienda de Montoro a elaborar ese comistrajo fiscal indigerible de la limitación de las bases imponibles negativas, para parchear de forma indecorosa la debilidad tributaria del Estado.

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La segunda es la elusión fiscal de las grandes compañías. La carga real que soportan es apenas del 7%. Y sigue siendo el 7% mal que pese a quienes argumentan que consolidan en otros países. Pero, como diría Kipling, esta es otra historia.

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