Ya vale de lesionar las libertades
Ahora mismo se ve el peligro que corre la libertad de expresión, constreñida por un marco legal que permite interpretaciones muy restrictivas y en un clima cada vez más intolerante
El mejor invento de la democracia es el sufragio universal, fruto inicial de la revolución francesa y sostenido desde entonces por los partidarios de este sistema político. La capacidad de abrir el voto a todos los ciudadanos ha dado pruebas de eficacia al traducirse en elecciones que han conformado los parlamentos nacionales o autonómicos que han creado el marco legal en el que vivimos, con todas sus virtudes y todos sus defectos. Y eso hay que mantenerlo como la gran contribución de los demócratas, independientemente de las discusiones sobre si todo funciona tan correctamente como debiera hacerlo. En 2011 se cuestionó si los electos representaban o no la voluntad de los votantes. Pero muchos de ellos no lo hacían porque renegaran de la democracia en sí sino porque clamaban por otra organización de la democracia. Ningún problema irresoluble. Las elecciones han continuado celebrándose en España y eso es lo mejor que se mantiene como sociedad, a pesar del descorazonamiento que puede suponer para muchos ver como en las urnas no reciben suficiente castigo las actuaciones corruptas.
La corrupción ha sido y es un terrible problema al que la ciudadanía en general es sensible, como muestra la subida en el número de españoles que la colocan como el segundo problema que más les preocupa, solo por detrás del paro. Si no tiene más castigo electoral es muchas veces porque en un país demasiado tolerante con la vida en negro hay corruptos que temen resultar económicamente perjudicados si votan lo correcto. Y, sobre todo, porque hay partidos que mantienen en sus listas electorales o cargos a gentes cuyos deleznables comportamientos les han reportado jugosos ingresos para financiarse al margen de la ley. Corruptos a los que agradecen servicios o a los que también temen porque saben demasiado. Cortar esto es indispensable como sociedad civilizada.
Hay otro tema preocupante. Se está admitiendo sin demasiadas protestas un recorte del ejercicio de libertades que hace años eran aceptadas sin problema alguno y consideradas inherentes a la democracia. Ahora mismo se ve el peligro que corre la libertad de expresión constreñida por un marco legal que permite interpretaciones muy restrictivas y en un clima cada vez más intolerante. Estos efectos indeseables tienen que ser corregidos de inmediato. Los partidos políticos parecen estar demasiado ocupados en asuntos internos como para salir al paso del problema, pero si muestran dejadez en este tema tendrá que ser la sociedad civil la que ponga el grito en el cielo.
Ya ven. Una reforma constitucional es un objetivo fundamental para el futuro inmediato. La Constitución es la solución y la ambición nacional que debe perseguirse. Sin miedos que, sin duda, tienen que ver con la desconfianza hacia el manejo que Pablo Iglesias haga de esa situación. Es exactamente el mismo miedo que los partidos constituyentes de 1977 tenían al Partido Comunista de entonces. Sin embargo, los comunistas participaron plenamente en la elaboración de la Constitución, lo mismo que Podemos debe hacer ahora.
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