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Clara Lago y Álex González, cita en la órbita de Hollywood

Los actores Clara Lago y Álex González coinciden estos días en Los Ángeles.
Pablo Ximénez de Sandoval

BRILLA EL SOL, hay estrellas pintadas en el suelo, ruge el tráfico y los turistas se mezclan con los sin techo. Esto tiene que ser Los Ángeles. Y hay famosos también. Que se lo digan a Tara, Marta e Irene, tres amigas de Madrid que una tarde de marzo, paseando por Hollywood Boulevard, se estaban preguntando si en esta ciudad sería fácil ver estrellas de cine. Entonces se encontraron con Clara Lago y Álex González haciéndose fotos.

La pareja de guapazos estrena esos días Órbita 9. Dirigida por Hatem Khraiche, propone un inquietante futuro cercano en el que los personajes de Lago y González viven una historia de amor en medio de un siniestro experimento científico. Son dos rostros ineludibles del cine español, pero aquí, en plena calle, solo los han reconocido las turistas españolas, que han llevado a casa un selfie estupendo.

Hay una razón para pillar a los dos en Los Ángeles: en marzo, Hollywood se adentra en la llamada pilot season. Estos días se fraguan los castings para los episodios piloto que se van a rodar con la esperanza de convertirse en series. Los dos vienen por temporadas buscando poner su rostro y su nombre en algún proyecto. Ambos han probado el saborcito de algún trabajo anglosajón y quieren más. Lago ha venido para siete semanas. Álex llegó hace más de un año y entre unas cosas y otras no se ha terminado de ir, pero no se considera emigrado aún.

Ambos prueban suerte en Hollywood durante la temporada alta de 'castings' para series.

Siendo famosos, se encuentran en una industria en la que tienen “autoridad cero”, como dice Clara Lago. “Aquí eres el último mono. No empiezas de cero, pero casi. Tienes que demostrar todo. Los valientes de verdad fueron los Bardem, Cruz, Anaya o Banderas. Y esos vinieron cuando era todavía más difícil. Los admiro mucho”. Es fácil identificarse con su discurso. Seas actriz o un corresponsal, en esta ciudad se parte de la nada; no reconoce nada hecho fuera. Ella viene a probar, a una industria en la que no se habla de otra cosa más que de cine a todas horas. Cuenta que aquí los castings son a vida o muerte, tienes unos segundos para dar lo mejor de ti y marcharte. Así, una prueba diaria. La trituradora de Hollywood es un contraste con el “lado humano” de España que dice que echaría de menos si se mudara definitivamente.

Clara Lago: “Es una cuestión práctica. Cuantos más mercados abras, más seguridad”.

“Aquí te preguntan directamente cuánto ganas o, por lo menos, a qué te dedicas”, comenta González sobre el carácter ultrapragmático de la gente de la industria, que se hace una idea inmediata de tu categoría en el primer minuto de conversación. Hay un lado bueno: el sistema permite “trabajar tan duro como quieras” y “si estás dispuesto a sacrificarte, se paga”. González ya tiene en su currículo un título como X-Men: primera generación.

Cuando viene a Los Ángeles, Lago aprovecha para darle a la comida vegana. Sin agobios, no lo lleva a rajatabla. Pero si hay un sitio que lo pone fácil es este. Ella se alquila un piso en West Hollywood estos días. Él suele quedarse en casa de un amigo que no tiene nada que ver con el cine.

Todavía no se ven mudándose a Hollywood. Se trata de dejarse ver, probar, aprender. Una generación entera de españoles, la suya, se puede identificar perfectamente con la inquietud de encontrar oportunidades fuera. Que sí, que en España estás muy a gusto, puede que tengas trabajo e incluso que te vaya bien como a ellos, pero es mejor “abrir todas las puertas que puedas”, en palabras de Lago. “Es una cuestión práctica. Cuantos más mercados abras, más seguridad”. La España poscrisis asiente.

“No se trata de venir persiguiendo el sueño americano”, dice González antes de despedirnos en la esquina del mural de estrellas que aparece en La La Land. “Yo vengo aquí como un emigrante. En España cada vez hay menos cine. Me preocupa la falta de trabajo. Si tuviera cualquier tipo de negocio, invertiría en sacarlo fuera”. Poco a poco, quizá la próxima vez, los turistas que se paren a hacerse fotos con ellos en Los Ángeles no serán españoles, serán norteamericanos.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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