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psicología
Tribuna
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Cómo reconocer el maltrato psicológico en la pareja

Este tipo de violencia, más normalizada en las relaciones, puede hacer más daño que la violencia física

El maltrato psicológico es difícil de detectar.
El maltrato psicológico es difícil de detectar.Getty

"Este ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas". Luis Rojas Marcos

El maltrato psicológico en la pareja es un tipo de violencia, yo diría que el más generalizado y sobre todo, el más normalizado. Es este un tipo de violencia apenas detectable, difícil de probar aunque su poder lesivo puede ser infinitamente superior al de la violencia física, mucho más obvia y donde la víctima acaba por tomar medidas para defenderse o protegerse. Es sutil, intermitente pero constante, lo que deriva en una gran dependencia emocional en quien lo sufre de la mano de una lenta, pero segura destrucción de la autoestima de la víctima. Y es este su mayor poder de agresión, la progresiva anulación de la persona maltratada quien ya duda incluso de su propio valor como ser humano. La desvalorización y la culpa son los protagonistas emocionales de un fino trabajo de distorsión de la realidad donde la persona llega a creer que lo merece, que quién la va a querer a ella y qué ese es el precio por no estar sola o por no asumir el estigma de fracaso que contiene un divorcio.

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Algunas pistas para poder identificarlo son ocultar algunas cosas por miedo a la reacción despreciativa o desproporcionada del otro: temor a contradecirlo, toma decisiones por ti, accedes a tener sexo sin querer, evitas opinar en público delante de él o ella, minimiza tus logros mientras que genera culpa por los errores, ocupa el rol de madre o padre que sabe lo que es bueno para ti sin ti, organiza tu tiempo libre sin consultar, mira tu móvil, sientes tensión o miedo a equivocarte, juzga lo que haces o dices o te pones, te responsabiliza de su estado de ánimo, te aparta poco a poco de aquellas relaciones que son solo tuyas (amigos, familia), en definitiva, vas dejando de ser tú para convertirte en una especie de fantasma que intenta encajar en un presunto modelo hecho a la medida de los deseos de la otra persona. Es terrorismo íntimo.

La mayoría de los estudios epidemiológicos son concluyentes, habiendo muchas más mujeres víctimas de violencia psicológica en el contexto de las relaciones de pareja. Algunas de las conclusiones extraídas por el primer estudio sobre violencia doméstica realizado por la OMS en el año 2005 son que la violencia más habitual en la vida de las mujeres es ejercida por la pareja, superando el índice de aquellas agresiones consumadas por conocidos o extraños.

Las consecuencias del maltrato psicológico sostenido son de toda índole, ya que somete a la persona a estrés crónico, lo que propiciará la aparición de enfermedades físicas o servirá como detonante de aquellas que solo estaban en estado latente. Algunos síntomas visibles que responden a la somatización de estrés emocional son ansiedad, problemas con el sueño y/o con la alimentación, cansancio crónico, cefaleas, tristeza, apatía, depresión, consumo de psicofármacos y alto riesgo de abuso del alcohol.

No hay un perfil específico de persona más vulnerable al maltrato, se da en todas las culturas y contextos socioeconómicos. Lo que sí que hay es un perfil de persona maltratada psicológicamente ya que el maltrato va configurando cambios en la personalidad de quien lo sufre, tales como inseguridad y baja o nula autoestima, percepción de impotencia para manejar el entorno, culpabilidad, sensación de fracaso vital, sentimientos ambivalentes, se subestima la gravedad del maltrato incluso justificándolo, se adopta la visión de la realidad de quien agrede, no se es consciente en muchos casos de ser víctima de maltrato psicológico. Esto es más frecuente de lo que se cree: hay grandes dosis de violencia normalizada en las relaciones, y especialmente en las de pareja.

Se van tolerando pequeñas humillaciones, sutiles desprecios, se permiten la violaciones de la intimidad mediante el permiso explícito o no de mirar mi móvil o mis redes sociales, me someto a tu juicio sobre mí, empiezo a pedir permiso (que no opinión) para tomar decisiones, aguanto tus estallidos de irritabilidad para no empeorarlos, acepto una y otra vez las disculpas y todo ello sostenido por la creencia de que el amor todo lo puede y si queremos que dure, es necesario ser flexible. Cuando nosotros decimos en terapia de pareja que el amor es condición necesaria pero no suficiente, las personas se sorprenden. Nos han hecho creer que una vez que uno ama, el resto está hecho y vamos a transitar durante el resto de nuestra vida por un fluido camino de rosas. Cuando aparecen formas tóxicas de vincularse, muchas personas las soportan en nombre del amor, y en nombre de ese presunto amor (que no lo es) se va degradando al otro, se le va anulando hasta el punto de que hay un día en que ese otro ya no sabe ni quién es ni en qué se ha convertido su vida.

En cuanto al perfil de la persona que maltrata psicológicamente, es paradójicamente alguien en extremo dependiente e inseguro, con escasa capacidad empática, muy controlador.

Es verdad que se recoge en las estadísticas un alto índice de maltratadores psicológicos que proceden de hogares donde fueron educados bajo modelos de relación basados en el maltrato y en el control, así como también el uso y abuso del alcohol favorecen la aparición de este patrón de conducta. Sin embargo, son algunas de las variables que explicarían solo parcialmente un patrón de comportamiento tóxico, ya que en última instancia todos somos libres de elegir cómo queremos ser y qué tipo de relaciones queremos construir.

Insisto en que las circunstancias influyen pero no determinan, luego nada justifica el maltrato hacia otros aún habiendo sido ellos mismos víctimas del mismo.

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