La esposa de Macron viste con ropa cedida por LVMH, el imperio del lujo
Brigitte Trogneux no es la única que ha levantado polémica por su vestuario en la campaña francesa. Fillon luce trajes regalados de varios miles de euros
La moda ha irrumpido en la campaña para las presidenciales francesas de esta primavera. Su principal embajadora es, por ahora, la esposa del candidato Emmanuel Macron, Brigitte Trogneux, quien se ha distinguido por su llamativo estilo. Vestidos sin mangas, cortes slim, prendas de cuero y alguna excentricidad controlada, como el abrigo tejano que lució en un reciente mitin de su marido, se han introducido en su armario, en el que parecen predominar los tonos azules. La responsable de este nuevo look sería Delphine Arnault, la hija del magnate del lujo Bernard Arnault, propietario del grupo LVMH y una de las principales fortunas francesas. Según la prensa francesa, el grupo le prestaría parte de su vestuario.
La hija de Arnault, que también es directora general adjunta de Louis Vuitton y suena como posible sucesora de su progenitor, aconseja desde hace algunos meses a Trogneux, tal vez la pareja de un candidato que más atención ha acaparado en la carrera electoral (con el permiso de Penelope Fillon, por motivos distintos). Trogneux, de 63 años, ejerció de profesora de Francés hasta 2015, cuando abandonó su cargo para acompañar a Macron en la carrera al Elíseo. Desde entonces, se ha convertido en la principal asesora de su marido e incluso tuvo asiento reservado en las reuniones de su gabinete cuando Macron era ministro de Economía.
En los últimos años, se ha visto repetidamente a Trogneux en desfiles de marcas como Louis Vuitton o Dior, ambas pertenecientes al grupo LVMH. Su gusto por la moda sorprende y no gusta a todo el mundo. La periodista Anne Sinclair, exmujer de Dominique Strauss-Kahn, señaló en su reciente autobiografía que su atuendo en el funeral del político socialista Michel Rocard, en 2016, le pareció inadecuado. “Sus stilettos eran más propios de la fashion week que de un recogimiento ante un líder de la izquierda”, escribió Sinclair.
Otro de los candidatos, el derechista François Fillon, también da que hablar por su forma de vestir. Según Le Journal du Dimanche, Fillon habría recibido chaquetas y trajes hechos a medida por una suma de 48.500 euros. “Un amigo me regaló unos trajes en febrero. ¿Y qué?”, reaccionó Fillon. Según Le Monde, el responsable de tan generoso obsequio es el abogado Robert Bourgi, próximo a distintos dirigentes africanos. Estos trajes de lujo proceden de la boutique Arnys, célebre sastrería de la rive gauche de París, donde Fillon se viste desde hace años. Sus trajes, que muchos listan entre los mejores del mundo, cuestan entre 4.500 y 6.000 euros por pieza. Ante la polémica, anoche Fillon aseguró en la televisión francesa que ha devuelto los trajes de la discordia.
Fundada en 1933, Arnys ha vestido a políticos como François Mitterrand, que popularizó uno de sus sombreros siguiendo el consejo del empresario Pierre Bergé, pareja de Yves Saint Laurent. También a personalidades como Andy Warhol, Jean Cocteau, Jean-Paul Sartre o Le Corbusier, que popularizó uno de sus diseños más míticos, la forestière, una chaqueta de pana, grandes bolsillos laterales y corte ancho que permitía que el arquitecto trabajara con soltura cuando la vestía. El propio Fillon la lució en público en 2010.
Otro de los aspirantes al Elíseo íntimamente relacionado con el universo de la moda es el socialista Benoît Hamon. Su compañera sentimental, Gabrielle Guallar, ocupa un cargo en la dirección del propio grupo LVMH, número uno mundial del lujo. Desde 2014, esta francesa de origen danés y catalán es la responsable de asuntos públicos del conglomerado que dirige Arnault. El pasado otoño, Hamon rechazó participar en el programa Une ambition intime, a diferencia de la práctica totalidad de los candidatos a la presidencia francesa, incluidos Marine Le Pen y Nicolas Sarkozy, descalificado poco después en las primarias de su partido. “Dejar caer una lágrima o revelar una parte escogida de mi intimidad no diría nada sobre mi capacidad a escuchar y responder a las preocupaciones de los franceses”, dijo Hamon.
La presentadora del espacio, Karine Le Marchand, negó esa versión: “Durante la primera reunión de trabajo estaba muy a favor. Fue cuando le hablamos de su mujer cuando vimos que había un pequeño problema”. Hamon lo desmintió. El candidato, referente del ala más izquierdista del Partido Socialista y ferviente opositor a las leyes de inspiración más neoliberal, dice no temer que la vinculación de su esposa con el sector del lujo y las grandes fortunas no le supone un problema. “Estoy muy orgulloso de que mi mujer esté cien veces más diplomada que yo y de que tenga ese bonito trabajo”, explicó en octubre pasado. Guallar trabajará para LVMH, pero Hamon afirmó, hace algunos años, que compraba sus trajes en Zara.
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