Los sombreros no solo son para las ceremonias
Las firmas de moda recuperan esta prenda como un accesorio de uso diario
“El sombrero es una nueva forma de expresión. De algún modo, es el nuevo tatuaje”, decía Priscilla Royer, directora artística de Maison Michel, en un artículo reciente de The New York Times. Es innegable que esta firma sombrerera, ahora propiedad de Chanel, ha logrado que los más jóvenes se atrevan y se animen a vestir la cabeza con algo más que no sea una gorra deportiva.
En la pasarela los diseñadores también recurren a ellos. Los vimos con un alto componente evocador en el desfile primavera/verano 2017 de Jacquemus. El francés complementó los atuendos de sus chicas con unos enormes sombreros de paja circulares. También en la nueva colección de J.W. Anderson para Loewe. “En un conjunto tiene mucha más importancia de la que la gente cree. Gráficamente la vista se va al sombrero. Es como el colofón de un conjunto. Lo tienes aquí arriba y abandera lo que llevas”, explica Betto García, el joven artesano artífice de los sombreros que lucen los chicos de Palomo Spain.
Formado al lado de la experimentada sombrerera real Edwina Ibbotson en Inglaterra, un país al que le gusta mucho adornar la cabeza, García recuerda que este complemento no es algo nuevo: “Para nosotros lo es, pero si nos centramos en la historia de la moda han sido pocos los años en los que no se ha llevado. Hasta hace nada se vestía sombrero para todo”, reflexiona en conversación telefónica inmerso en la preparación de su nueva colección de estos accesorios que lanzará en mayo.
Por ahora la mayoría de sus encargos son para ceremonias, aunque también ha notado un incremento en el uso de esta prenda para proteger la cara del sol: “Pero no es como en Inglaterra, que recurren a él mucho más a menudo”, explica.
Detrás del mostrador de la tienda-taller que abrió en 2013, en el barrio Gótico de Barcelona, la sombrerera Elisabet Urpí confirma que la mayoría de sus ventas son también para bodas: “Es cuando la gente se atreve a llevar tocados y pamelas. Después hay un público más reducido, pero que va en aumento, que se anima a llevar turbante o que para un vermú en la playa busca una pamela algo más especial que la básica”. Incluso habla de clientas que se compran un sombrero al mes. Pero son excepción: “Para mí es un complemento que favorece mucho, pero a la gente le da apuro. Yo siempre llevo cosas en la cabeza y te sientes observado. Al principio cuesta dar el paso”, reflexiona.
Con el objetivo de acabar con esta vergüenza, la sombrerera Nina Pawlowsky organizó junto a otra sombrerera, Cristina de Prada, el primer Paseo con Sombrero en Barcelona en 2004. “Me da mucha rabia cuando la gente dice que le encantan pero que les da vergüenza llevarlos, así que con esta iniciativa queríamos que la gente dejara la vergüenza en el armario y sacara el sombrero a pasear”.
Pawlowsky, de las primeras en recuperar desde un punto de vista contemporáneo la sombrerería, se enamoró de este arte hace 40 años, cuando se encontraba en vías de extinción. Entonces “no había nadie que me quisiera enseñar”. Así que gracias a una beca, “en la época de la Gran Moda Española”, se fue a Londres a aprender el oficio y a aprovecharlo al máximo. Pasó por el taller del ilustre Stephen Jones: “Fue un sueño. Allí todo era creación, nos dedicábamos exclusivamente a los encargos”. También aprendió junto a Rose Cory, “que había hecho bastantes sombreros para la reina madre”.
Ahora, entre clases y encargos, prepara la organización de la 13ª edición de su cada vez más concurrido paseo, que este año se celebra el 30 de abril. Si en su primera edición fueron 90 personas, en la última reunieron a 2.000. Y gracias a las redes sociales este evento, creado para que la gente “se acostumbre a ir con sombrero”, promete ir creciendo.
Pamelas de paja en invierno y boinas de piel
La exageración y unas pequeñas dosis de humor dan forma a muchas de las ideas para el próximo otoño-invierno. En el desfile de Marc Jacobs, inspirado por el documental Hip-Hop Evolution, el diseñador se divertía con su personal intepretación de este movimiento juvenil. Y las gorras, grandes y exageradas hacían el look. Si en Gucci, su director creativo Alessandro Michele proponía inmensas pamelas de paja en invierno, por su parte Jacquemus seguía aprovechando las bondades de este poderoso complemento para rematar sus propuestas. Las llevables, sin embarfo, serán las boinas de piel de Maria Grazia Chiuri para Dior que causarán furor en la calle.
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