¿Me muero?
A ver si encima de ser aplastado por pobre, te matan los papeles extraviados del Ministerio del Interior
Las cosas no van bien, como dice el Gobierno. Ni mal, como digo yo. Van bien y mal a la vez, lo mismo que una soga trenzada con hilos de diferentes calidades. El problema es lo que intentes colgar de ella. Quizá sirva para ahorcarte, pero no para soportar el peso de una caja fuerte en una mudanza. Las cosas van bien para ahorcarse, pero no para mirar el futuro con esperanza. Al contrario, todo apunta a que se van a poner peor para los jóvenes y para los pensionistas, aunque quizá a Urdangarin le rebajen la pena en el Supremo y aquí no haya pasado nada. Las cosas están bien y mal a la vez. Miente quien afirma que solo van bien o que solo van mal. El problema es de qué lado cae la bondad y de cuál la maldad.
Me lo dijo el médico tras estudiar mi analítica. Usted está bien y mal al mismo tiempo. ¿Pero me voy a morir?, le pregunté. Todos nos tenemos que morir, respondió ambiguamente. Esto es lo que viene a decir el ministro Catalá, por poner un ejemplo, cuando niega presiones políticas sobre la fiscalía. No las hay, pero todos nos tenemos que morir. Así las cosas, la cuestión es a quién le tocará pasar por debajo de la caja fuerte sostenida por la soga mal hecha de la que se hablaba más arriba. ¿Lo dictará el azar, la clase social, el nivel de estudios? Que cada uno responda desde el fondo de su corazón. Por cierto, ¿qué habrá en el interior de esa caja fuerte? A ver si encima de ser aplastado por pobre, te matan los papeles extraviados del Ministerio del Interior.
Claro que no todo se puede reducir a una cuestión de subjetividades. Muchas folclóricas alababan la dictadura porque con Franco, decían, les había ido bien. Pero ahora, ¿en qué parte de la cuerda está el bien, en la del ahorcado o en la del verdugo?
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