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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las mentiras de Trump: cuatro al día

Durante su primer mes de mandato, el diario 'The Washigton Post' ha detectado 133 falsedades

Rosario G. Gómez
El presidente de EE UU, Donald Trump.
El presidente de EE UU, Donald Trump.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Si, como decía el filósofo estadounidense Elbert Hubbard, la mentira “es un triste sustituto de la verdad, pero es el único que se ha descubierto hasta ahora”, desenmascarar la mentira es el mejor camino para llegar a la verdad. En esa tarea están algunos medios de comunicación estadounidenses, enfrascados en poner en evidencia las continuas tergiversaciones propagadas por Donald Trump. Resulta paradójico que el mismo político que acusó a los medios de publicar falsedades tenga tanta facilidad para difundir embustes.

El director del diario The Washington Post, Martin Baron, alertaba en su reciente visita a España de la peligrosa cruzada abanderada por Trump contra los medios y proclamaba su voluntad de sacar a la luz las mentiras del presidente. Dicho y hecho. Durante su primer mes de mandato, el diario ha detectado 133 falsedades, lo que supone una media de cuatro al día. El tema favorito de Trump a la hora de torcer la verdad es la inmigración (24 afirmaciones falsas), seguido de los comentarios sobre su vida personal (18) y el empleo (17).

Todo lo que dice —ya sea en conferencias de prensa, declaraciones oficiales o Twitter— es puesto en cuarentena por un equipo de periodistas especializado en comprobación de hechos y adiestrados en verificar si el presidente dice la verdad o si adultera la realidad. Entre las fábulas lanzadas desde el inicio de su mandato abundan las destinadas a desacreditar la herencia recibida. Un clásico. Trump ha dicho que la tasa de crimen es la más alta de los últimos 45 o 47 años (sin embargo, es la más baja), ha mantenido que el Estado Islámico se ha extendido como un cáncer (pese a que el ISIS ha ido perdiendo territorio en Irak y Siria) y que en Suecia se cometió recientemente un atentado terrorista (sencillamente, una manipulación).

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Durante una conferencia de prensa, el presidente de EE UU defendió que el Partido Republicano logró “306 votos electorales porque la gente salió a votar como no lo había hecho nunca antes. Creo que fue la mayor victoria en el colegio electoral desde Ronald Reagan”. Un periodista le rectificó sobre la marcha matizando que Bush, Clinton y Obama superaron aquella cifra. Tras un tira y afloja, en una escena más propia de un vodevil, Trump zanjó el asunto: “Bueno, no sé, me han dado esta información”.

Ante episodios de este calibre es difícil saber cuándo el presidente de la primera potencia mundial miente deliberadamente, cuándo actúa de forma provocativa o cuándo es simplemente un indocumentado. Para confundir, enredar, inventar o gobernar, Twitter es su instrumento favorito. Adelanta grandes iniciativas políticas a través de la red social como si EE UU viviera dentro de una tuitercracia. Es un pequeño consuelo que pese a las amenazas a las empresas y los insultos a los informadores, a quienes Trump califica de “asquerosos” y “basura”, la prensa sigue trabajando para que la verdad deje de estar asediada.

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