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Los portugueses vuelven a confiar en el futuro

Parece que el recalcitrante optimismo del presidente y del primer ministro han calado

Una mujer recibe el cambio en el merdado de Benfica, en Lisboa.
Una mujer recibe el cambio en el merdado de Benfica, en Lisboa.Rafael Marchante (REUTERS)

El Brexit amenaza con echar a los miles de enfermeros portugueses que trabajan en Inglaterra; Trump no va a dejar entrar a nadie ni a nada, sin embargo el trumpetoso comienzo de año no ha hecho mella en la sociedad portuguesa. Según su Instituto de Estadística, el portugués, de repente, se ha venido arriba; la confianza de los consumidores es la mayor desde el siglo pasado, la mayor desde que dejó de existir el escudo y se implantó el euro.

Las cifras del país no son para lanzar cohetes (deuda superior al 130% del PIB, intereses soberanos por encima del 4,2%), pero en lo que toca más directamente al portugués, hay señales positivas. El paro ha caído al 10,2%, la cifra más baja desde 2010, el salario mínimo (que afecta a una gran parte de los trabajadores) ha subido un 9% en poco más de un año y va a subir un 25% en cuatro y la crisis en Angola, gran importador de productos y trabajadores cualificados portugueses, parece que ha tocado fondo y su crecimiento remonta a la misma velocidad que el precio del barril de petróleo. Según el INE, el indicador conjunto de la confianza de los consumidores no estaba tan alto desde el inicio del 2000; en el caso de la evolución de la situación económica del país, las opiniones positivas de los encuestados no eran tan altas desde que se inició esta estadística en 1997.

El pueblo parece haberse contagiado del “optimismo realista” de su presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, y del “optimismo crónico” de su primer ministro, António Costa, según definiciones del primero. Aunque uno pertenezca al Partido Socialdemócrata y el segundo al Socialista, ambos están de acuerdo en apostar por la estabilidad política y que aguante una legislatura el actual Gobierno en minoría de Costa. Ya ha cumplido un año, gracias al apoyo parlamentario de los diputados a su izquierda del Bloco de Esquerda y del PC, aunque los comunistas añoren los tiempos del escudo y promuevan una campaña para que Portugal vuelva a tener su propia moneda. Según el INE, aquellos tiempos no eran mejores. Esos, están por llegar.

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