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Columna
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¿Humanos?

Y la UE no es más fiable, como está demostrando su rácana actitud para con los miles de inmigrantes que hoy imploran helados de frío la hospitalidad cívica de Europa

Fernando Savater
Miles de personas protestan en el centro de Londres, un día después de la toma de posesión de Donald Trump
Miles de personas protestan en el centro de Londres, un día después de la toma de posesión de Donald Trump© CORDON PRESS

El nuevo presidente americano ha despertado serios recelos y protestas anticipadas entre los defensores de los derechos humanos, en su país y fuera de él. No sin motivo, pues las opiniones vertidas por Trump sobre los inmigrantes latinos, sobre los musulmanes, sobre la tortura o la ecología, su actitud ante la prensa, las mujeres, etcétera... definen un perfil poco deseable en el primer mandatario del país más poderoso e influyente del mundo. Menos justificado está hinchar el escándalo hasta que parezca el primer caso de político poco entusiasta de esa declaración de derechos tan elogiada. Incluso Obama, admirable tanto por sus méritos como por sus detractores y elocuente defensor de los DDHH, ha preferido dejarlos en la penumbra en su relación con la dictadura cubana y en su última resolución sobre los inmigrantes ilegales que huyen de la isla. Si nos centramos en España, difícilmente pueden predicar sobre el tema desde Podemos, cuya complacencia no sólo con Cuba sino con Venezuela y hasta con Irán está demostrada, por no mencionar su ambigüedad —seamos piadosos— frente al terrorismo etarra y sus víctimas. Pero tampoco puede presumir el Gobierno conservador, que acaba de enviar al Rey a reforzar nuestras “tradicionales” buenas relaciones con los sátrapas saudíes, una teocracia tiránica que conculca todos los derechos de la carta, por muchas corbetas que encargue a Navantia y muchos AVE que les construyamos para ir a la Meca. Y la UE no es más fiable, como está demostrando su rácana actitud para con los miles de inmigrantes que hoy imploran helados de frío la hospitalidad cívica de Europa, sobre la nieve ante otra Canossa.

Los DDHH no definen el rostro de los demás, sino el nuestro. Un día despertaremos sin máscara ni coartadas y nos veremos de verdad en el espejo.

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