Gema García y Miguel Guillén. Volar aferrados como un cuerpo único
SURCAN EL AIRE elegantemente, a 10 metros de altura. Sus manos, sus pies y las cintas aéreas son sus sujeciones. Gema García y Miguel Guillén parecen un único cuerpo sobre la pista. Castiza ella, valenciano él, provienen respectivamente del mundo de la danza clásica y de la gimnasia deportiva. Esta pareja artística y sentimental emociona con sus números acrobáticos, y provoca ovaciones en cada función; las últimas, estas pasadas Navidades en el teatro Circo Price de Madrid con La Fiesta Escénica.
Gema y Miguel se conocieron hace un lustro, cuando directores y agentes confiaron en ellos y los unieron para sumar sus destrezas. Desde entonces, mano a mano, no paran de asombrar en todo tipo de espectáculos: cabarets (como The Hole 2), teatro, dinner shows y eventos especiales en Madrid, Barcelona, París y Múnich, donde actuaron ante 2.000 espectadores y con la orquesta filarmónica de acompañamiento. “Me siento orgulloso cuando la gente aprecia una química especial entre nosotros. Hay momentos en los que nuestras vidas penden de una mano, con lo cual tenemos complicidad y confianza extremas, que se consiguen con tiempo, esfuerzo y trabajo”, asegura Miguel. “Los artistas de circo entrenamos más que muchos deportistas”.
“Tenemos que estar superconcentrados en escena porque pueden darse mil factores: con una mirada o gesto nos decimos cosas que el público no percibe”, afirman. “Nuestros números acrobáticos son como deporte de aventura”, dice ella. “Para cualquier artista, la adrenalina se dispara sobre el escenario, y si le sumas un plus de altura y riesgo –ya que cualquier fallo puede costar caro–, eso se incrementa y siempre estás a tope”, corrobora él.
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