Obama ganaría a Trump, pero ¿y a Clint Eastwood?

Ha declarado Barack Obama en una entrevista que él hubiera derrotado a Donald Trump en las pasadas elecciones presidenciales. Aparte de ser una falta de respeto a la mujer que efectivamente ganó las elecciones a Trump en voto popular, pero que el 20 de enero no jurará el cargo de presidenta de Estados Unidos, el todavía inquilino de la Casa Blanca incurre en una actitud parecida a quienes aseguran que ellos, desde la tribuna, hubieran parado el penalti decisivo. Además, conjetura como los protagonistas de The Big Bang Theory cuando discuten quién ganaría en un combate entre Gandalf y Darth Vader.

Puede que Obama hubiera ganado a Trump, pero también puede que Trump nunca hubiera concurrido a esas elecciones si una noche de 2011 Obama no hubiera decidido humillar en público al millonario durante una cena de corresponsales en Washington. Escuchando las risotadas, Trump decidió conquistar la Casa Blanca. Y puede que Hillary Clinton no hubiera tenido endosado el malévolo sambenito de ambiciosa dispuesta a sacrificarlo todo por su carrera política si en 1998 ella —una abogada de éxito que realmente había sacrificado su carrera por la de su marido— hubiera agarrado las maletas y le hubiera soltado a Bill Clinton un “ahí os quedáis tú, tu becaria y tu Casa Blanca”. Y puede que si Clinton no hubiera hecho esperar a Yasir Arafat en el jardín —mientras tenía sexo con Mónica Lewinsky en la salita de trabajo contigua al Despacho Oval— y hubiera prestado más atención al líder palestino tal vez ahora en aquella zona no estarían como están. Es más, puede que la fábrica de medicamentos en Sudán bombardeada en medio del escándalo por orden del presidente —quien aseguraba que era un polvorín terrorista— siguiera en pie. Puede.

Si Obama se hubiera enfrentado a Trump es porque el presidente de EE UU hubiera podido optar a un tercer mandato. Pero entonces seguramente Ronald Reagan habría tenido el suyo y probablemente Clinton —¿con Lewinsky de primera dama?— también. En total, ocho años de historia reescrita, los mismos que ha durado la presidencia de Obama. Tras los 12 años de Clinton puede que hubiera ganado Al Gore a George W. Bush —esto no está claro que no haya sucedido en la realidad— y que, por ejemplo, las medidas contra el calentamiento global hubieran comenzado mucho antes. Claro que si a Reagan le hubieran dado un par de Oscar cuando era actor puede que hubiera preferido seguir en la industria del cine y Mijail Gorbachov no hubiera conectado personalmente tan bien con quien fuera presidente de EE UU —¿Carter dos o tres? ¿Mondale? ¿Dukakis?— en un momento en que la URSS se caía a pedazos.

Hay quienes explican la historia como un cúmulo de circunstancias que, indefectiblemente, llevan a un hecho. Pero unas risotadas, una aventura sexual, el si una papeleta tenía un agujero o una marca, o una votación de un premio de cine pueden cambiarla para siempre. Si Clint Eastwood le hubiera cogido el gusto a la política tras ser alcalde de Carmel puede que hubiera sido el candidato republicano. Y entonces ¿le habría ganado Obama?