La reputación de Lagarde le cuesta la suya a Francia
La culpa sin pena a la directora del FMI pone el foco en el tribunal que dictó la sentencia
Francia ha logrado evitar que por segunda vez en cinco años un compatriota al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) tenga que abandonar humillantemente el puesto. En 2011, Dominique Strauss-Kahn tuvo que dimitir por un escándalo sexual. Una condena por negligencia en un caso de malversación de fondos públicos (403 millones) habría empujado fuera a Christine Lagarde.
Los cargos eran evidentes. Una absolución habría sido un escándalo. Solución: decisión incomprensible y salomónica por la que se considera culpable a Lagarde pero se la libera de pena y de manchar incluso su historial penal dada su reputación nacional e internacional. Resultado: el desprestigio de la Corte que la juzgó.
El tribunal de excepción que ha visto el caso Lagarde es impropio del país de Montesquieu. Lo forman tres magistrados de la Corte de Casación y doce parlamentarios elegidos en las cámaras. Se visten con toga negra para juzgar a sus pares. Jueces ellos mismos que mañana pueden ser ministros y verse en la situación de Lagarde, como indica el periódico conservador Le Figaro. Así es la Corte de Justicia de la República (CJR), que solo juzga a aforados y ha actuado cinco veces en cincuenta años, siempre con sentencias tibias.
El centrista François Bayrou ha sido de los pocos que ha puesto el grito en el cielo. Esto demuestra, dice, que la justicia distingue entre poderosos y miserables. La culpabilidad sin pena para Lagarde es una finta que socava la ya mala reputación de la CJR. François Hollande prometió eliminarla. De haberlo hecho habría evitado de paso la bochornosa transformación de los socialistas.
En la oposición, ellos denunciaron el escándalo que ha llevado a Lagarde hasta los tribunales. En el Gobierno, se han apresurado a darle su apoyo, el presidente de la Asamblea Nacional Claude Bartolone ha defendido a la CJR y el comisario europeo Pierre Moscovi también ha alabado la labor de Lagarde en el FMI. Moscovici también tiene ya una importante reputación internacional mientras su partido se prepara en casa para la derrota.
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