“Poner en orden”
Laicidad, fraternidad, igualdad y libertad republicanas constituyen los principios ilustrados que Europa promulgó como suyos, y defendió como valores de todos


“Poner la república en orden” es una de las proclamas recientes de Marine Le Pen. Hilar sobre su sentido puede ayudarnos a comprender qué hay detrás de los populismos xenófobos de nuestras democracias.
Tal afirmación implica que existe una visión verdadera de la república que está siendo saqueada y vulnerada. Este entramado de autenticidad se construye desde la presunta recuperación de aquello que define a un nosotros homogéneo y disciplinado sobre la base de la exclusión de lo distinto, del mestizaje y del pluralismo interior. La paradoja es que esa autoafirmación nacionalista se hace a costa de instrumentalizar un republicanismo que nació con vocación universalista. Laicidad, fraternidad, igualdad y libertad republicanas constituyen los principios ilustrados que Europa promulgó como suyos, y defendió como valores de todos. Al recurrir a ellos para “ordenar” la república, estos dejan de ser universales y se comunitarizan: el laicismo ocupa el lugar del viejo clericalismo, convirtiéndose en la nueva religión del Estado. Este movimiento narcisista busca, en un efecto especular, el reflejo de lo “auténtico” que hay en nosotros. Y lo encuentra en un contexto de profundo temor ante la pérdida de poder, autoestima e identidad derivados de las transformaciones contemporáneas. “Los viejos dioses se levantan de sus tumbas” en forma de líderes fuertes que son aupados por obreros, discriminados y desheredados en busca de un nacionalismo que restaure “su ajada o ya difunta autoestima”. Ser francés en la nación de Le Pen es lo único que los pone por encima de los extranjeros; igualmente, en la nación de Trump, la piel blanca se percibe como el solo privilegio que les queda a los que se sienten “últimos en todo”.
Así sonaban sus voces la noche electoral: we hate muslims, we hate blacks, we want to take our country back. No nos engañemos: racismo, chovinismo y xenofobia son las señas de identidad reclamadas por líderes patrioteros que dicen volver a poner las cosas “en orden”. Y quien afirma querer poner las cosas en orden, como nos recuerda Diderot, siempre desea ponerlas bajo su control. @MariamMartinezB
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